La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertan a la población en que en los 23 años de este siglo XXI, las estadísticas reflejan un ascenso importante con respecto a la cantidad de personas que manifiestan sobrepeso y obesidad.
Ambas condiciones, aunque tienen similitudes también presentan diferencias, por ejemplo, se mide por el índice de masa corporal, que es un coeficiente (peso sobre altura al cuadrado). Cuando la cuenta da hasta 27, es peso normal, entre 27 y 30, sobrepeso y, a partir de 30, obesidad.
Pero más que saber medir la obesidad, es importante conocer como combatirla y entender que no todo radica solo con tener voluntad para comer mejor o realizar constante actividad física, ya que otros aspectos sumamente complejos pueden ser el causante de la enfermedad y sobre todo, de convertir la pelea para adelgazar verdaderamente difícil, muchas veces, casi imposible.
10 factores que hace muy difícil la tarea de adelgazar
La agencia de noticias alemana, DPA, publicó en el mes de febrero de este 2022 una lista que determina los diez factores que hace bastante difícil poder luchar contra los niveles de obesidad y sobrepeso. Estos son:
1. Genes: hoy se sabe que hay carga genética asociada al desarrollo de la obesidad.
2. Metabolismo: hay determinadas hormonas que intervienen en aspectos como la saciedad y pueden estar alteradas.
3. Sueño: no lograr un descanso reparador influye en los mecanismos inflamatorios vinculados al desarrollo de obesidad.
4. Hábitos: hay patrones de alimentación y de estilo de vida muy arraigados que la persona perpetúa y realiza prácticamente en piloto automático.
5. Salud mental: a veces no comemos por hambre real, sino emocional, para intentar manejar ansiedad, miedo, angustias con alimentos poco saludables que producen determinados niveles de placer.
6. Cocina: hay personas que, por comodidad o falta de tiempo, priorizan la comida comprada por sobre la elaborada en casa y, por lo general, tiende a ser más saludable la comida hecha en casa, o al menos la persona puede determinar los ingredientes que utiliza.
7. Economía: comer sano puede ser más caro que opciones más sencillas, rendidoras, aunque de peor perfil nutricional.
8. Educación: prácticamente no hay educación formal sobre cómo alimentarnos bien y su importancia. Uno adquiere, mejora o empeora, patrones que recibe desde la infancia en el hogar y es complejo transformarlos luego.
9. Urbanismo: hay ciudades que no están pensadas para promover una vida activa, sea por el diseño del transporte público, la promoción de actividades al aire libre, la seguridad para moverse por las calles o la cercanía y la capacidad de costear un gimnasio cubierto, por ejemplo.
10. Políticas públicas para la promoción de alimentación saludable con incentivos a la producción de frutas y verduras, por ejemplo.