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Podría destruir tu cerebro en pocos días: hongo descubierto en Australia se convirtió en la nueva seta más mortal del mundo

El hongo Podostroma cornu-damae proviene de las montañas de Japón, y su consumo puede llevar a falla orgánica múltiple y reducción del cerebro.

Un hongo, que podría ser uno de los más tóxicos del mundo, fue encontrado recientemente en Australia. Se trata del Podostroma cornu-damae, mejor conocido como el coral de fuego venenoso, y su llegada al país oceánico ha alarmado a sus habitantes. El hecho fue revelado por AFP.

El descubrimiento se habría dado gracias al fotógrafo Ray Palmer. Este hombre se encontraba en las afueras de Cairns (Queensland) cuando encontró el colorido hongo. Fue después cuando expertos de la Universidad James Cook confirmaron que efectivamente era la peligrosa especie.

Se sabe que el coral de fuego venenoso proviene de las montañas de Japón y la península de Corea. El hecho de que haya llegado a Australia sorprende, pues los países se encuentran a más de 5.500 kilómetros de distancia. Con esto, no se descarta la posibilidad de que llegue a otras partes del mundo.

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Sus efectos

Las capacidades de este hongo no pueden ser tomadas a la ligera. Después de todo, numerosas personas en Japón y Corea han muerto creyendo que son hongos comestibles y los han usado para medicina tradicional.

El problema es que las toxinas del coral de fuego venenoso pueden ser absorbidas por la piel. Sin embargo, los peores síntomas se pueden vivir al consumirlo. En una primera etapa puede causar vómito, diarrea, fiebre y entumecimiento. Además, provoca dolores de estómago, cambios de percepción y disminución de leucocitos y trombocitos.

Lo peor llega un poco después. Este provoca descamación de la piel de la cara y las manos, así como pérdida de cabello. Finalmente se llega a un punto de encogimiento del cerebro, lo que afecta notoriamente las habilidades cognitivas, el habla y el movimiento voluntario. Todo desembocaría en una falla orgánica múltiple; incluyendo insuficiencia renal aguda, necrosis hepática, coagulación intravascular diseminada y un daño permanente en el cerebro.

Aun así, existen tratamientos que generan la correcta recuperación de la persona. El problema es que muchos no se dan cuenta de la toxicidad de lo que ingirieron, y no sobreviven por no recibir un tratamiento adecuado.

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