- Analista internacional
La caída de dos flamantes aviones Boeing 737 Max 8 dejó un saldo de cientos de muertes. Además del dolor, ambas tragedias abren interrogantes sobre el proceder de la empresa aeronáutica. El accidente de Lion Air, ocurrido en Indonesia en octubre, es atribuido a una falla de software. Ahora se especula que lo mismo pudo ocurrirle al Ethiopian Airlines siniestrado el domingo. En ambos casos, los aviones perdieron altitud mientras ascendían. Se cree que un sensor activó un sistema que anula los sistemas manuales y empuja la nariz del avión hacia el suelo. En Estados Unidos, en noviembre, dos pilotos señalaron haber tenido dificultades de este tipo. Por ahora, todo está en manos de los investigadores. Si se establece que Boeing sabía de posibles dificultades y no actuó de manera diligente, le espera un futuro difícil.
El control de los sistemas automáticos en el vuelo es un tema presente desde hace mucho. Airbus, el consorcio europeo, introdujo hace décadas algo que llamó el “envoltorio de seguridad”. Habían descubierto que los pilotos, por precaución, no empleaban el avión al máximo de sus capacidades. El “envoltorio” les garantizaba que cualquier maniobra, ejecutada dentro de sus parámetros, tendría una respuesta positiva del aparato. De allí surgió el chiste de que en el futuro los aviones tendrían un piloto y un perro policial. La misión del perro era impedir que el piloto interfiriera con los sistemas automatizados. Pero lo que estaba destinado a hacer las cosas más simples ha traído complejidades. Algo que llevó al presidente Donald Trump a declarar esta semana: “No quiero que Einstein sea mi piloto”. Es decir, que no se requiera un genio para comandar una aeronave.
La incertidumbre sobre el futuro de los Max 8 ha tenido un violento impacto sobre la imagen de la empresa. Es difícil anticipar cuanto tiempo los más de setecientos Max 8 quedaran sin volar. Ello representa enormes pérdidas para las aerolíneas afectadas. Las acciones de Boeing cayeron un once por ciento. Sólo después que el resto del mundo prohibió los vuelos, Boeing aceptó la medida calificándola como “una abundancia de prudencia”. También ha quedado en entredicho la FAA, el ente regulador de la aeronáutica estadounidense. Hace más de un año, Trump propuso a su piloto personal, de su avión privado, para encabezar la FAA, que cuenta con un presupuesto de 18 mil millones de dólares. El Senado lo rechazó y el puesto está vacante desde entonces.
La FAA y Boeing ignoraron que la Unión Europea y China, más de cuarenta países en total, habían prohibido el vuelo de los Max 8 sobre su territorio. Sólo entonces Trump, no la FAA, que tenía la competencia técnica, ordenó dejar los Max 8 en tierra hasta que se establezca lo ocurrido.
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