Pai Mario es un espiritista al que la policía de Río de Janeiro detuvo porque cinco mujeres lo acusaron de abuso sexual. A las víctimas el hombre les decía que les iba a realizar una sesión de limpieza espiritual o que las iba a conectar con sus parientes fallecidos y entonces perpetraba sus ataques. Lo hizo por diez años y en la lista hay una menor de edad y una lesbiana.
Según Extra, los hechos ocurrieron en un templo de Senador Vasconcelos. Este es un barrio pobre de la zona oeste de Río de Janeiro. Una de las cinco presuntas víctimas le dijo a la policía que ella fue violada durante dos años por el famoso Pai Mario. Ella es lesbiana y durante todo el tiempo en que recibió los ataques la amenazaron con “sanciones” si denunciaba lo que pasaba.
Las presuntas víctimas tienen entre 18 y 40 años. Pai Mario las convidaba a fiestas y a su piscina. Ahí abusaba de ellas. Su argumento: un ente espiritual ordenaba que limpiara a las mujeres. Ese ente no veía esto como un acto sexual. El problema es que las víctimas nunca notaron que Pai Mario diera indicios de estar en algún trance.
Si lo acusaban en alguna parte, les dijo, entonces él haría brujería en contra de ellas. Ahora la policía tema que también tenga fotos y videos de las supuestas intervenciones espirituales. Por eso recuperó dos teléfonos celulares. Actualmente Pai Mario está detenido por un plazo de 30 días. Las víctimas se hicieron un grupo de WhatApp para contarse novedades del caso.
Abuso sexual de abogada
El diario Extra reveló el caso de una abogada de 25 años que figura entre las presuntas víctimas de Pai Mario. El tipo se llama en verdad Mario Luiz da Silva. Ella quería conectarse espiritualmente con su abuela, quien la crió y murió un año antes. Así que fue donde Pai Mario en febrero de 2020.
El sujeto de 53 años le empezó a mandar mensajes de texto antes de perpetrar el abuso sexual. Una vez que estaba en su templo, el sujeto la empezó a acariciar. Ella se acercó más a la religión de Pai Mario pese al rechazo de su familia. Lo peor ocurrió en julio del año pasado.
“Ese día bebí y me terminé cayendo”, dijo la mujer. “Mientras él se hacía pasar por la entidad, pero me di cuenta que fingía. Insistió en bañarme y le dije que no. Me fui, pero después envió a buscarme. Por respeto obedecí y fui. Empezó a acariciarme. Trató de agarrarme y quiso llegar hasta mis nalgas. Traté de alejarme y él me presionó, tratando de forzarme. Salí corriendo”, dijo.