En noviembre de 1970, los ojos del mundo estaban puestos en Chile, donde la historia de la humanidad seguía los pasos del país con la democracia más sólida de Latinoamérica. El 4 de septiembre había ganado las elecciones Salvador Allende y el 3 de noviembre se había convertido en el primer marxista en ser electo por la vía de los votos.
A cinco días de la llegada del mandatario de la UP a La Moneda, el entonces alcalde de San Miguel, el socialista Tito Palestro, inauguró la primera estatua del comandante Ernesto «Che» Guevara, fuera de Cuba. En el paradero 6 de la Gran Avenida se alzó el monumento al héroe de la Revolución Cubana.
Una obra del artista plástico Praxíteles Vázquez, de 6 metros de altura y un peso de 1.400 kilos, se alzó sobre una base diseñada por los arquitectos Gastón Jobet, Raúl Bonnefoy y Guaraní Pereda.
Tan relevante fue el monumento al guerrillero, que en su visita a Chile en 1971, el líder cubano Fidel Castro, visitó la estatua el 11 de noviembre y dejó una ofrenda floral.
Decapitación
Rápidamente el monumento del «Che» se transformó en un ícono de la Unidad Popular, pero tenía sus días contados. El 22 de abril de 1973, un atentado explosivo contra la obra, decapitó a la figura del guerrillero.
Tal fue la potencia de los explosivos usados, que la pesada cabeza de bronce de la figura fue encontrada a 20 metros de distancia.
Según el reporte del Ministerio del Interior, se trató de un atentado del grupo terrorista de extrema derecha Patria y Libertad.
Desaparecido
Pero el último capítulo de la historia de la emblemática estatua de Guevara llegaría días después del Golpe de Estado, que derrocó al gobierno del Presidente Allende e instauró la dictadura de Pinochet. El 16 de septiembre de 1973 una unidad del Ejército derribó el monumento y lo llevó a un lugar desconocido. Fue lo último que se supo de la primera estatua del Che Guevara en el mundo.