“Por primera vez desde que se mide la pobreza en Chile, ésta se ha estancado”. Esa afirmación, proveniente del ministro de Desarrollo Social Alfredo Moreno, la pronunció al momento de entregar ayer las cifras de la encuesta Casen de 2017.
El estudio tuvo tres conclusiones centrales. La primera, que la pobreza por ingresos bajó tres puntos porcentuales respecto a 2015 (11,7%), llegando a 8,6% de personas afectadas el año pasado.
La otras dos, en tanto, fueron el sostén del Gobierno para hablar del estancamiento: mientras el indicador de distribución de los ingresos, acostumbrado a fluctuar, esta vez demostró que la brecha entre los más ricos y pobres aumentó levemente, en la pobreza multidimensional, que además de ingreso considera factores en la calidad de vida, no se vieron datos significativamente auspiciosos (20,7% a 20,9% en dos años).
Sobre lo mismo, el indicador de Gini, que refleja la desigualdad de los ingresos, aumentó de 0,493 a 0,501.
¿Son datos para alarmarse? «Por primera vez desde que se mide, la pobreza multidimensional se haya estancado, no es una buena noticia», dice la subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia. Según su diagnóstico, esto da cuenta de que «entre 2015 y 2017, en que una economía menos pujante y con menor capacidad para generar empleos, afectó directamente a los deciles económicos más vulnerables».
Candia, al igual que el ministro Moreno, coinciden en que el «deterioro del trabajo» fue el principal culpable, ya sea porque en ese período hubo un menor acceso al trabajo o este tendió a la precarización.
Por la otra vereda, las conclusiones son mucho menos drásticas. La economista Heidi Berner, ex subsecretaria del ministerio de Desarrollo Social del gobierno pasado, considera la disminución de la pobreza por ingresos como «una noticia positiva» y que «va en la línea con la disminución sostenida de la pobreza desde los 90′».
Sobre el estancamiento de la pobreza multidimensional, la académica de la Universidad de Chile explica que los criterios de mayor peso son los años de escolaridad, la protección social y la habitabilidad de las familias. «Son factores mucho más estructurales y, por tanto, requieren de un esfuerzo mayor para mejorar». Eso sí, descarta de plano que el «deterioro del trabajo» sea el problema.
«Lo positivo es que disminuyeron los empleos sin seguridad social. Eso es una estadística significativa. Y si bien empeora levemente los hogares que no tienen ocupación, las cifras están dentro de los rangos», aclara Berner.
Punto medio
Benito Baranda, reconocido por su activismo social y parte del panel de expertos de la Casen, es optimista con los resultados de la Casen. «Hay una muy buena noticia: en un período con bajo crecimiento, Chile igual bajó la pobreza. Eso no ocurrió en otros períodos con crecimiento bajo», señaló.
Sobre la discusión por la pobreza multidimentsional, Baranda dice que «la escolaridad, la protección social y la vivienda son tres variables que costará mucho reducirla», aunque, en cuanto a cifras, estas sí «dan cuenta de un estancamiento».
En lo que sí pone énfasis el presidente de América Solidaria, es que el «crecimiento económico de los últimos meses aún no se ha reflejado en los salarios».