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A propósito de polémico estudio sobre la cannabis: esta es la acotada oferta de fármacos en base a marihuana que existe en Chile

El ISP indica que hay dos medicamentos que se entregan en el país, de los cuales uno solo tiene registro sanitario. El otro debe atravesar por papeleos.

Autocultivo. Esa es la palabra que está en palestra desde principios de semana, cuando Fundación Epistemonikos cuestionó los beneficios de la cannabis. La tesis contrasta con la de Fundación Daya, que afirma que esta práctica es necesaria por una razón particular: lo difícil que resulta conseguir este tipo de fármacos en Chile.

Desde el ISP informaron a Publimetro que el único medicamento en base a cannabis que tiene registro sanitario es el inglés Sativex, aunque también reconocen que hay uno de origen nacional, llamado Cannabiol, que está estudio.

Con esta limitada oferta en el mercado, los precios también son un tema. Para el fármaco inglés hay que pagar cerca de $1 millón cada mes, mientras que para el chileno, producido por Laboratorios Knop, el costo bordea los $45 mil.

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Dificultades

Ana María Gazmuri, presidenta de Fundación Daya, precisa que aún cuando el primero tiene registro sanitario del ISP, por su costo no es fácil conseguirlo. Por lo mismo, «la patología de esclerosis múltiple se está intentando incorporar en la Ley Ricarte Soto asociando Sativex como fármaco para que el Estado lo compre», explica.

Por otra parte, si el Cannabiol no tiene registro, ¿cómo se vende en Chile? Carlos Bravo de la Agencia Nacional de Medicamentos del ISP indica que pese a que todo medicamento de requiere del visto y bueno del organismo, «el artículo 99 del Código Sanitario nos faculta para autorizar la importación y el uso de medicamento sin registro sanitario, todo para uso personal».

«El requisito es que el paciente tenga una receta médica que indique el nombre del producto, la necesidad de uso, la dosis, duración del tratamiento y la cantidad de unidades», agrega.

Autoabastecimiento

Es ahí donde Fundación Daya, según Gazmuri, entrega asesorías. «Se descarga un formulario del ISP, nuestros médicos evalúan al paciente y lo llenan. Nosotros vamos a esas oficinas cada semana y al cabo de unos días esperamos qué nos dicen de su autorización. Tras ello esperamos que los laboratorios liberen esos fármacos y en tres semanas el paciente puede acceder a ellos en la farmacia más cercana a su casa», precisa.

Y pese a que asegura que la opción más barata es el autocultivo, cabe mencionar que la reglamentación sobre esta materia aún se encuentra en la Cámara, a la espera de ser abordada por la Comisión de Salud. Otra dificultad más que todavía no permite ver la luz verde en este proyecto.

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