Alessandro Marini estaba de vacaciones en Vezza d’Oglio en la provincia de Brescia, en Italia, y encontró la muerte de una manera casi inimaginable.
El hombre de 35 años era un amante de la historia y realizó una caminata por un sector montañoso. Ahí encontró una pequeña bomba de mortero de la Primera Guerra Mundial y decidió llevársela como recuerdo.
Luego de tres días, el sujeto decidió ir a revisar el artefacto y ahí ocurrió la tragedia.
Los vecinos del lugar donde se encontraba vacacionando junto a sus padres, escucharon una explosión, vieron salir humo blanco del garaje y pronto Marini apareció corriendo con las manos en su pecho tratando de evitar la hemorragia.
Según consigna Il Giorno, desde un hospital de una localidad vecina incluso enviaron un helicóptero para trasladarlo y tratar de salvarle la vida, pero ya era tarde.