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Censistas rurales: la historia después de la jornada

En la décima región esta jornada de día miércoles comenzó con temperaturas muy bajas y un cielo nublado en varios sectores. Cerca de las 7 de la mañana sonaron las alarmas de los celulares de Rosmary Kahler y David Martínez. Ambos serían censistas en zonas rurales.

Como vestimenta, era necesaria una parka y ropa gruesa, ambos concuerdan en que parecía que en cualquier instante comenzaría a llover. Para David, la vestimenta requería más que eso. «Me quise vestir bien, en un estilo formal pero rural: jeans, bototos, pero una buena camisa», señaló el censista, quien además es psicólogo.

Un censo entre pampas, perros y gatos
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David es psicólogo en el hospital de Río Negro, y censó en esa zona. Nos contó que llegó a lugar en el auto de un amigo, porque ante las piedras sueltas y lo complejo de los caminos que debían recorrer, no quizo llevar su propio auto (más bajo y no muy apropiado para esos terrenos). En el radio de 2 kilómetros que le tocó por ser censista rural recorrió 8 casas, y como el auto para llegar a la Escuela San Florentino fue compartido, tuvo que hacer todo el recorrido a pie. Para saber como ubicarse en la zona que le dieron, le pasaron un mapa «impreso en una pésima resolución y de dudosa calidad», según él.

Y comenzó el recorrido. «En una de las casas me quiso morder un rotweiler tuerto», nos cuenta David, agregando que «menos mal, como ya he recorrido sectores rurales, tomé un palo para defenderme». El psicólogo comentó a Publimetro que no agredió al animal, pero le lanzó una vara para que se alejara y después avanzó moviendo enérgicamente su mochila para que animal no se acercara. «Con todo lo que hice, finalmente salió un vecino a ayudarme con el perrito y pude llegar a la casa», agregó el censista.

Y no fue el único problema con perros. David comentó a Publimetro que otro perro le ensució los pantalones y que tenía que ir observando en cada casa si tenían algún otro perro guardían. «Es común que en el campo tengan perros como mascota y a la vez por seguridad», explicó.

Para la mala suerte de David, en una de las casas tenían 8 gatos y él es alérgico. «Cuando vi que tenían muchos gatos me preocupé», pero para suerte del censista había llevado sus antialérgicos con él, asi que luego se tomó una de las pastillas.

El trato personal

Sobre la realidad socioeconómica en la zona, David relata que era muy dispar. «Habían casas que eran muy buenas, y se notaba gente con educación, mientras que las últimas que censé eran casas de escasos recursos». Sobre cómo lo atendieron en cada casa, el censista señala que hubo diferencias. «En las casas más acomodadas, fueron amables, conversaban, pero no me ofrecieron nada. En cambio en una casa más humilde, una abuelita de unos 70 años me estaba esperando con roscas, según ella especialmente cocinadas para el censista».

El psicólogo agregó que la señora que le regaló las roscas vivía, sola y que le contó sus problemas y conversaron mucho. «Al final la escuché y le di consejos, por lo que sentí que como psicólogo, pagué esas rosquillas con una sesión de terapia», comentó a Publimetro.

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En su última casa censada, también de una señora de edad, a David lo esperaban con almuerzo. «Eran las dos y media de la tarde y moría de hambre. No dije nada, y la señora sola me ofreció almuerzo». El censista comentó que al inicio de su recorrido, en la escuela, le habían entregado una colación que consistía en un jugo en caja, un queque diminuto, una leche de vainilla y una barrita de cereal. «Pero nada de eso se veía muy apatecible», señaló. En cambio, el almuerzo que le dió la señora consistía en carne con puré y jugo de naranja.

De las 8 casas que censó David Martínez, sólo en 2 se reconocieron como parte de la etnia mapuche «pero me llamó la atención que no tenían apellidos de la etnia», señaló el psicólogo.

Para regresar al punto de encuentro, David no logró coordinar con los otros censistas que andaban en auto, asi que debió caminar poco más de dos kilómetros para regresar. En el camino cruzó pampas y se encontró con vacas y caballos. «Caminé principalmente a través de un camino de piedra, donde pasaban autos muy rápido, lanzando polvo y piedras sin consideración», acusó el censista. Sin embargo, logró llegar a la escuela en Río Negro sin mayores problemas. Finalmente no tuvo que usar la parka que andaba trayendo, ya que empezó a llover un poco justo cuando llegó al lugar.

Comunidad mapuche-huilliche
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En el caso de Rosmary, debió correr a tomar un bus. Ella vive en Osorno, pero le tocó ser censista en San Juan de la Costa, una localidad ubicada a 30 kilómetros de distancia. Rosmary es enfermera en el hospital de San Juan de la Costa. Al llegar a la localidad, se reunió con sus colegas en el hospital y luego en grupo llegaron a la escuela del lugar. Le dieron unas rápidas indicaciones, y comenzó su recorrido. A nivel nacional, todos los censistas debieron presentarse en su local correspondiente a las 8 de la mañana.

El radio recorrido por Rosmary, al ser censista rural, fue de 2 kilómetros, lo que en su caso involucró 3 viviendas y también le entregaron un mapa para ubicarse en el lugar. «Finalmente censé 5 casas, porque habían otros censistas que estaban atrasados y se necesitaba más ayuda», señaló Rosemary a Publimetro. En las 5 casas que visitó esta joven censista de 27 años, fue recibida y la invitaron a pasar. «La gente era muy amable, y me llamó la atención el hecho de que la mayoría eran personas de tercera edad», relató.

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Rosmary, al trabajar en el sector, sabía muy bien que la población de San Juan de la Costa es principalmente mapuche-huilliche. Según contó a Publimetro, en 4 de las 5 casas a las que ingresó, las personas se declararon identificadas con esa etnia.

En la primera casa a Rosmary le ofrecieron un vaso de bebida, pero eso fue todo. No le ofrecieron nada más en todo el Censo. Sin embargo una de las censistas tenía casa en el lugar, y cuando terminaron el recorrido los invitó a tomar once con una mermelada casera de frutilla y pan amasado.

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A diferencia de las viviendas recorridas por David, en el caso de Rosmary en San Juan de la Costa todas las viviendas eran precarias. «Había incluso algunas casas que estaban en proceso de construcción, con partes abiertas, pero como la gente las habitaba, había que censarlas igual», agregó la enfermera.

La misión del censista rural

Ambos profesionales de la salud señalaron a Publimetro que la gente valoró la tarea que estaban realizando, con frases como «gracias por lo que está haciendo por el país» o «que rico que la gente joven se comprometa».

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En el caso de David, el psicólogo manifestó su enojo al enterarse que en la cercana ciudad de Osorno más de 120 funcionarios públicos presentaron licencias médicas para no presentarse a censar. «Este es un proceso de suma importancia para el país y es insólito que ocurra esta situación», señaló el profesional.

«Además presentando licencia para una actividad en día feriado, a esos funcionarios les van a dar una compensación de un día y medio libre, algo que obtendrán sin siquiera haber trabajado en esta jornada», explicó a Publimetro. «La gente se mostraba muy agradecida por lo que estabamos haciendo, sabiendo de el gran recorrido que hacíamos, del frío y de las incomodidades», dijo Rosmary Kahler, la censista en San Juan de la Costa.

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Ambos censistas terminaron la jornada cerca de las seis y media de la tarde, a pesar de que habían calculado terminar a las 5. Rosmary regresó a Osorno en un furgón del Hospital de San Juan de la Costa y David regresó a su casa en el auto de un colega. Ambos muy agotados, pero contentos con la experencia.

 

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