James Bedford, fue profesor de psicología en la Universidad de California y uno de los pioneros en el estudio científico de las vocaciones profesionales. Pero no sólo eso, porque este fotógrafo aficionado fue el primer hombre en congelarse a la espera para una cura de su enfermedad.
Bedford tenía 73 años y un cáncer de riñón que se había extendido a sus pulmones y la idea de preservar su cuerpo congelado para despertar unos años después, cuando la cura de su enfermedad fuera encontrada le apasionó.
Por eso, el día de su muerte, el 12 de febrero de 1967, el académico pasó a la historia en ser el primer hombre en ser criogenizado. Un proceso que además fue sin costo para él, porque ante la falta de voluntarios, la Sociedad para la Extensión de la Vida (LES, por sus siglas en inglés) decidió costea el tratamiento.
Pero Bedford no fue el primer intento en criopreservar a una persona, aunque sí el primero exitoso. En 1965 la LFS, un habitante de Ohio donó su cuerpo, pero por una serie de problemas nunca llegó a concretarse.
Ese mismo año un científico quien falleció por un ataque al corazón iba a ser sometido al proceso, pero su familia se negó.
Finalmente llegó Bedford cuyo cuerpo fue instalado el día de su muerte en un gran contenedor con hielo. El hombre fue conectado a un respirador artificial y se le inyectó un líquido incoloro -dimetilsulfóxido- que antes de usarse como crioconservante fue usado como disolvente
Una vez realizado este procedimiento, el cuerpo del profesor de sicología fue congelado con hielo seco al interior de un tanque de nitrógeno líquido.
Actualmente el cuerpo de Bedford sigue congelado en la sede de la LFS junto a otros 200 cuerpos más que esperan la cura a sus enfermedades.