Los austríacos votaban este domingo para elegir a su presidente en la segunda vuelta de unos comicios seguidos muy de cerca por la posibilidad de que por primera vez un candidato de extrema derecha acceda a la presidencia en un país de la Unión Europea.
En los comicios se enfrentan el vicepresidente del parlamento, Norbert Hofer, de 45 años, candidato del ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), y el independiente Alexander Van der Bellen, de 72 años.
Ambos candidatos representan visiones opuestas de la política, ya que mientras Hofer defiende una visión euroescéptica y contraria a la inmigración, Van der Bellen se presenta como un ecologista liberal.
Pese a que el papel del presidente es más bien protocolario, ya que el jefe de Estado austriaco tiene competencias limitadas, la elección de Hofer sumaría una nueva victoria populista después del Brexit en Reino Unido y de Donald Trump en Estados Unidos.
Este domingo también se celebran elecciones en Italia, donde los votantes se pronunciarán sobre una reforma a la constitución.
Lo que está en juego este domingo es «la dirección que tomará Austria (…) cómo vemos nuestro futuro (…) y cómo queremos que nos vea el mundo», dijo Van der Bellen en su último discurso de campaña.
Hofer, cuya formación fue fundada por exnazis, dijo el sábado que «Europa atraviesa una crisis profunda» que debe resolverse concentrando menos poderes supranacionales en Bruselas.
«Hay que deshacerse del sistema polvoriento», dijo, aunque sin hacer ninguna referencia a la posibilidad de que el país salga del pacto europeo.
Sin embargo, este escenario, bautizado por Van der Bellen como «Öxit», por la combinación de ‘Österreich’ (‘Austria’, en alemán) y ‘exit’ (‘salida’), no fue aludido en ningún momento por Hofer.
Unos 6,4 millones de electores están llamados a las urnas.
La mayoría de colegios electorales abrieron a las 07H00 locales (06H00 GMT) y cerrarán a las 17H00 (16H00 GMT) y a partir de esa hora se publicarán las primeras estimaciones.
Sin embargo, el ministerio del Interior indicó que los resultados no serán anunciados antes del lunes, cuando se incorporen los votos por correspondencia.
Estos comicios son una repetición de la segunda vuelta celebrada en mayo, que fue anulada por un recurso presentado por el FPÖ, que denunció irregularidades.
Los votos por correo representaron entonces cerca de un 16,7% del total y favorecieron ampliamente a Van der Bellen, que se impuso con un mínimo margen de 31.000 votos.
– La incógnita de la participación –
En este contexto, una de las principales incógnitas es la participación, que en mayo fue del 72,6%.
«El que movilice a los abstencionistas será elegido presidente», afirmó Christoph Hofinger, del Instituto Sora.
«Esta elección es muy importante», estimó este domingo por la mañana Doris Adamovicz, una electora del distrito 6º de Viena. «Sólo puedo esperar que muchos electores se movilicen. Es realmente estúpido decir ‘estoy harto de votar'», dijo.
Si bien la situación económica de Austria es envidiable para muchos de sus vecinos, parte de la población se siente insatisfecha y se ve amenazada por la ampliación de Europa a sus vecinos del este.
Hofer se ha distanciado del discurso abiertamente xenófobo que caracterizó durante años a su partido y ha centrado sus propuestas en la protección social, el aumento del poder adquisitivo y la defensa del empleo.
Como muchas otras formaciones populistas en Europa, Hofer se presenta como un candidato alternativo a las formaciones políticas tradicionales, una carta que también juega Van der Bellen.
En la primera vuelta, los dos grandes partidos, los socialdemócratas (SPÖ) y los conservadores (ÖVP), quedaron eliminados, una situación que nunca se había visto antes.
Una victoria de Hofer y del FPÖ representaría un impulso para otras formaciones europeas que se mueven en este mismo espectro, como el Frente Nacional en Francia o el Partido por la Libertad en Holanda, dos países que celebran elecciones legislativas en 2017.
PUB/IAM