El protagonista del «Davilazo», uno de los mayores casos de irregularidades en Codelco descubierto hace más de 20 años, compara la dura situación carcelaria que le tocó vivir con procesos actuales, como los de SQM y Caval, realizados bajo la reforma penal. «Ahora nadie va a estar en la cárcel con la población penitenciaria común», asevera.
«Si hubiera podido ventilar el caso Codelco en una audiencia pública, no hubiera pisado la cárcel». Tal es el pronóstico que hace Juan Pablo Dávila, protagonista de uno de los casos más bullados de la historia judicial del país, a 22 años del llamado «Davilazo», un desfalco relacionado con el mercado de futuros de Codelco que ascendió a más de US$200 millones.
El ex ejecutivo ya cumplió la pena fijada por los tribunales, tras permanecer recluido en cinco penales del país. Hoy, en una entrevista concedida al noticiario «24 Horas Central» de TVN, compara las duras condiciones que pasó en la cárcel con lo que ocurre en la actualidad en casos de parecido impacto público y que se efectúan, bajo la reforma procesal penal, en juicios orales.
«Hoy las personas dicen: ‘voy a un juicio abreviado, me delato, pago una cantidad de dinero’, y después los condenan a pena remitida. Respecto a lo que a mí me tocó vivir es un chiste», afirmó.
«Nadie va a pasar ni un día en la cárcel, salvo unos que estuvieron tres o cuatro días en la Capitán Yáber», agregó, refiriéndose a los propietarios y ejecutivos de Penta que permanecieron en prisión preventiva el año pasado.
«No los veo con la población penal común como me tocó a mí, que estuve hacinado en una pieza que es para seis personas y entran 20, con baños comunes, o cumplir condena en penales como Puente Alto, en Quillota o Petorca», agregó.
Sobre el juicio en su contra, Dávila señaló las diferencias entre el antiguo proceso penal y el que rige en la actualidad, centrado en juicios orales y públicos.
«Entonces había muchos cuadernos secretos y no podías hacer mucho para contraargumentar, entregar antecedentes o pruebas que te permitieran demostrar determinadas condiciones o situaciones», explicó. «Hubo antecedentes que nunca me dejaron incorporar al proceso».
Dávila, quien ingresó a la Iglesia Adventista del Séptimo Día al bautizarse en junio de 2000, en la actualidad está al frente de una pyme que elabora módulos metálicos blindados para proteger cajeros automáticos.
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