Nicolás Jarry tuvo un momento enorme en julio de este año, tras conquistar el título del ATP 250 de Bastad en Suecia sin perder un sólo set, resultado que lo ubicó en el puesto 38 del ranking mundial. Parecía que el Príncipe despegaba definitivamente luego de un pobre arranque de 2019, sin embargo ese fue el «fin» de su temporada.
Increíblemente, luego de ganar su primera corona en el circuito, Jarry se vino a pique y no se pudo levantar más. El tenista chileno no volvió a ganar partidos oficiales en el circuito en el resto del año, en una racha que todavía no tiene final y la que se agudizó en estas Finales de Copa Davis representando a Chile.
Tras llevarse el máximo honor en la arcilla sueca, el jugador nacional perdió nueve compromisos en línea. Todo empezó en el ATP 500 de Hamburgo, cuando cayó en primera ronda ante el alemán Alexander Zverev, una caída que le significó salir del Top 50 ya que defendía semifinales.
Luego de su paso por los Juegos Panamericanos de Lima, donde cayó en cuartos de final ante el brasileño Joao Menezes -no se cuentan esos resultados para el circuito-, el nacional completó un final de 2019 lleno de frustraciones. Perdió en primera ronda del ATP 250 de Winston-Salem (ante el español Pablo Andújar) y en el US Open (contra el polaco Kamil Majchrzak).
No mejoró en su paso por Asia, donde sucumbió en su estreno en la qualy del ATP 500 de Tokio y el Masters 1.000 de Shanghai. Después, se fue a Europa para caer en su primer encuentro en el main draw del ATP 250 de Moscú y ocurrió lo propio en la clasificación del ATP 500 de Basilea. Y con sus dos derrotas en la Copa Davis sumó nueve reveses en línea.
Jarry termina el año el puesto 77 del ranking de la ATP y con un récord negativo de 19-21 (sin contar qualies), con una confianza extraviada y sin técnico, luego de haberse separado de su histórico coach Martín Rodríguez. En 2020 intentará volver, pero primero debe cambiar muchos detalles para volver a ser el que sorprendió a todos en 2018.
