Por: José Miguel Sanhueza (@albohemio)
Colo-Colo de Todos (@colocolodetodos)
Hasta que por fin se terminó la incertidumbre. Colo-Colo es, con toda propiedad, el nuevo Campeón del Fútbol Chileno. Un 2017 tremendamente difícil, con un campeonato increíblemente desperdiciado en manos del archirrival, una cuestionada continuidad del cuerpo técnico, un inicio de campeonato marcado por la inconsistencia y acompañado de una bochornosa eliminación de Copa Chile, termina así con una merecida sonrisa para la inmensa mayoría del pueblo chileno. Que puchas que se merece sonreír de vez en cuando.
Quienes nos fustigan como «hinchas de las copas»” mal podrían entender la mezcla de ilusión y ansiedad que puede llegar a movilizar a lo largo y ancho del país la posibilidad cierta de una nueva estrella en nuestro firmamento. Así lo hizo sentir la caravana de la esperanza que recorrió desde muy temprano la Ruta 5 y las carreteras cercanas en dirección a Collao. Así también quienes desde todo Chile y el mundo encomendábamos nuestras almas y energías a la historia que estaba por jugarse en el césped del Ester Roa Rebolledo.
La ilusión tenía fundamentos que sobrepasaban con creces lo numérico. Colo-Colo fue sin lugar a dudas el mejor equipo del torneo, y del año en su conjunto. Así lo supo reflejar este campeonato, y así lo habría reflejado también el anterior de no ser por factores ya largamente analizados en su momento, algunos de los cuales parecían perpetuarse este semestre bajo la forma de una galopante irregularidad que nos llegó incluso a ubicar 7 puntos debajo de Unión Española en la pelea por el campeonato.
Pero se encontró el rumbo a tiempo, y está bueno que de una vez por todas se reconozca. Muchos de los que hoy se suben al carro de los elogios, nada más ayer inventaban todas las semanas quiebres en el camarín y ninguneaban el supuesto «juego de contragolpe» con el cual –paradójicamente- Colo-Colo se convertía en el equipo más goleador del torneo con un promedio superior a los 2 tantos por partido.
Idéntico reconocimiento y autocrítica cabría de quienes hicieron todo lo posible por impedir la renovación de Esteban Paredes y la llegada de Jorge Valdivia. Los mismos que se han opuesto y plantado trabas a medidas tales como una Arellanización que ha contribuido a una rápida identificación de los nuevos refuerzos con nuestros colores, o los precios populares y descuentos a los socios que han permitido contar domingo a domingo con un Monumental repleto que aleone a nuestros 11 Caciques e intimide a los rivales como siempre debió ser.
Hablamos por supuesto de Leónidas Vial y sus secuaces, lamentablemente incluido el ex capitán Jaime Pizarro entre ellos. Cabe decirlo con todas sus letras: el título se logra a pesar de ellos. Como siempre, gracias por nada.
Pero mejor agradecer a los protagonistas que de verdad importan. Un grupo de jugadores profesional y comprometido, desde el más joven hasta el más veterano, donde no era extraño ver a Valdivia o Paredes con el overol recuperando pelotas o a Barroso y Zaldivia remontándose al ataque e inflando las redes.
Un cuerpo técnico que supo –esta vez sí- desconectarse del entorno negativo, ajustar las piezas necesarias, aferrarse a la convicción y al trabajo silencioso, y de paso darle tiraje a los talentos de nuestras divisiones inferiores como desde hace tiempo no se hacía. Y sobre todo a la gente, a nosotros mismos, los que siempre estamos ahí, apoyando, criticando cuando hay que criticar, pero nunca dejando de alentar y hacer fuerzas para alcanzar la victoria final. Las mezquindades de unos pocos que –dentro y fuera del mundo colocolino- prefieren sentarse a esperar una derrota para decir «te lo dije», palidecen frente a la inmensa mayoría popular que el domingo desayunó el té más dulce y la marraqueta más crujiente.
El 2018 traerá nuevos desafíos. En lo deportivo, consolidar y profundizar lo avanzado en el terreno local, y trasladarlo también de una vez hacia la Copa Libertadores, donde entraremos directo a la fase de grupos y con la maleta cargada de ilusión de esta vez sí volver a tener una participación acorde a la historia y la grandeza de nuestra institución.
Y en lo institucional, seguir recuperando espacios, conquistando derechos, y fortaleciendo el Club Social y Deportivo, de cara a un proceso eleccionario donde esperemos que compitan listas comprometidas con consolidar lo avanzado y profundizar la construcción de un Club valiente, fuerte y grande. Un Club robusto en lo económico y en lo social, con las espaldas lo suficientemente anchas para proyectar el desafío de la recuperación definitiva del Club para su gente. Tanto dentro como fuera de la cancha, el gran desafío será trabajar para que el Fuego de Campeón alumbre cada día con más fuerza nuestro porvenir.