Hace 27 años, un 5 de abril de 1994, y en su pleno apogeo artístico, el vocalista del grupo Nirvana, Kurt Cobain, se quitaba la vida y con ello dejaba a sus 27 años una gran incógnita respecto de sus futuras creaciones musicales.
Motivados por ese dilema que dejó a medias el trabajo de Cobain y la coincidencia con otras grandes estrellas de la música, como Janis Joplin, Jimi Hendrix o Amy Winehouse, quienes agobiados por sus problemas mentales decidieron dejar este mundo muy jóvenes, es que la organización canadiense «Over the Bridge» decidió trabajar en el programa de inteligencia artificial «Magenta», que toma gran parte del trabajo musical de estos artistas, analizando las melodías vocales, progresiones en los acordes de sus temas, riff y solos de guitarra, patrones de batería y letras para crear nuevas canciones identificadas con su sello artístico, donde sus voces fueron reproducidas gracias a imitadores profesionales.
Así fue como surgió el album «Lost Tapes of the 27 Club» («Cintas perdidas del club de los 27»), que pone en el tapete la discusión entre los fanáticos y la industria de la necesidad de tratar los problemas mentales de los músicos gracias a los hallazgos de melodías cargadas de sentimientos propios de jóvenes atrapados por su talento e incomprensión del medio.
El dilema que presenta la obra de Cobain
Según plantea el diario El País de España, el resultado de esta obra, que ya está disponible en plataformas digitales como Spotify con cuatro canciones («Drowned in the Sun», «Man, I Know», «You’re Gonna Kill Me» y «The Roads are Alive»), es «realmente inquietante, absolutamente cuestionable si tuviera fines de lucro, pero no hay duda de que consigue su objetivo: llamar la atención acerca de un gravísimo problema que se sigue ignorando en la industria de la música».
Y ese problema, según la organización canadiense que realizó el trabajo musical, es «una oportunidad para que la industria de la música en la actualidad se plantee la necesidad de ir un paso más allá a lo meramente económico para detectar en qué grado de salud mental están sus generadores de contenidos».
«¿Y si todos los músicos que amamos hubieran tenido apoyo de salud mental?», se preguntó Sean O’Connor, integrante de la directiva «Over the Bridge», en la revista Rolling Stone. «De alguna manera en la industria de la música la depresión se normaliza y romantiza», cerró.