En Nigeria muy pocos servicios médicos son gratuitos, y si alguien no puede pagar la factura del hospital es posible que no pueda salir. ¿Quién los ayuda? En una sociedad profundamente religiosa, muchos pacientes desamparados esperan la intervención divina.
Zeal Akaraiwai no tiene las alas de un ángel sino un elegante Mercedes negro, con el ronroneo de su motor y sus profundos asientos de cuero. Este consultor financiero de 40 y pocos años, esbelto y bien arreglado, aparca su auto en el maltrecho aparcamiento de un hospital público de Lagos. Un equipo de trabajadores sociales lo recibe calurosamente y se ponen manos a la obra. El hombre les pide "la lista".
Cuidadosamente impresos en papel A4, le entregan los nombres de los pacientes que están lo suficientemente bien como para irse a casa, pero no se pueden ir, porque no pueden pagar sus facturas médicas.