"La situación en nuestro país ha pasado a otro nivel", declaró en la televisión el general Sibusiso Moyo al anunciar el miércoles que los militares habían tomado control.
El militar indicó que el presidente Robert Mugabe, de 93 años, estaba "sano y salvo" e insistió en que no se trataba de un golpe de Estado.
El anuncio llegó tras una noche de rumores en la que tanques patrullaron las calles y se observó un movimiento de tropas en Harare.
Después se informó que Mugabe estaba "bajo arresto domiciliario".
La situación es confusa, pero todo parece indicar que hay dos explicaciones posibles.
Esta puede ser la apuesta de los militares para hacer retroceder a la esposa de Mugabe, Grace, que se está posicionando para suceder al presidente.
O es un esfuerzo para reemplazar a Mugabe con Emmerson Mnangagwa, quien fue destituido la semana pasada de su cargo de vicepresidente.
Impredecible
Según Andrew Harding, corresponsal de la BBC en Sudáfrica, estos son "momentos impredecibles para Zimbabue".
"Pero existe la posibilidad de que la extraordinaria apuesta del Ejército rinda frutos, y que se permita al presidente Mugabe, humillado y sin autoridad, retirarse con al menos la pretensión de dignidad", afirma Harding.