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La NASA se suma al cambio en la “caza de ovnis”

Las claves son dar fe de los testimonios y desclasificar los archivos.

Estados Unidos ha modificado su forma de enfrentar el fenómeno Ovni, desde la negación y descalificación a, hoy, que el fenómeno sea investigado por Defensa, el Pentágono, un panel independiente de la NASA y, ahora, un departamento dentro de esta organización para investigar el fenómeno llamado UAP (o FANI en castellano, fenómenos anómalos no identificados).

El asunto ya había sido expuesto al mundo en julio por el mayor retirado y exagente de Inteligencia de la Fuerza Aérea David Grusch, quien dijo ante una comisión investigadora que “Estados Unidos oculta un programa de larga data que recupera y realiza ingeniería inversa de Ovnis hallados”.

La semana pasada, la NASA expuso que enfrentarán la investigación del fenómeno desde el punto de vista científico y pidió que se quiten los estigmas hacia quienes dan información. La población no tiene poblemas en compartir sus observaciones, pero, por ejemplo, pilotos de la Fuerza Aérea, muchas veces recibían burlas de sus pares y sanciones de sus superiores. “Queremos trasladar la conversación del sensacionalismo a la ciencia”, dijo ese día Bill Nelson, administrador de la NASA, quien detalló que la organización ya tiene equipos especiales que buscan rastros de vida en Marte y huellas biológicas en atmósferas de exoplanetas.

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La NASA, a través de un equipo independiente, ya comenzó con esta investigación hace un año y publicó en su sitio web las conclusiones, entre las que están que “no hay pruebas de que los UAP tengan origen extraterrestre”.

De acuerdo al grupo, los eventos generalmente pueden atribuirse a aviones, drones, globos, estrellas, el planeta Venus o condiciones meteorológicas. Muchas veces son globos sonda de otros países, lo que agrega un interés particular a los organismos de Defensa de EE.UU.

El presidente del equipo de estudio, David Spergel, explicaba que “la inteligencia artificial puede ayudar a los investigadores a revisar conjuntos de datos masivos para encontrar fenómenos anómalos”.

De los más de 800 avistamientos no clasificados recopilados por la Oficina de Resolución de Anomalías del Departamento de Defensa de EE.UU. e informado en la reunión pública del panel de la NASA, “sólo un pequeño puñado no puede identificarse como fenómenos naturales o provocados por el hombre”, se lee en el informe.

El organismo descartó que EE.UU. oculte información, como señalara Grusch.

En tanto, el Pentágono aseguró que de los cerca de 800 avistamientos reportados, 144 son calificados como UAP, incluidos 18 cuyas maniobras “desafian las leyes de la aerodinámica”.

En una sesión ante el Senado, Ronald Moultrie, subsecretario de Inteligencia del Departamento de Defensa, contestó abiertamente las preguntas, pero ante varias otras, como si había datos más allá de imágenes de un fenómeno que se compartió en video o si había evidencias bajo el mar, el funcionario pidió “sesiones secretas”.

Ahora, la NASA creó una Dirección de Investigaciones de UAP, a cargo de Mark McInerney, que tiene como mandato hacer públicos todos sus descubrimientos. Entre los avances que está preparando la NASA están satélites más avanzados, que permitan establecer la posibilidad de vida en zonas alejadas del universo y, claro, dar confianza a la gente. Ya está aprovechando el aumento en los informes, gracias, según el Pentágono, a que “el estigma se ha reducido”.

La dudosa trama detrás de los “no humanos” exhibidos en México

Justo dos días antes de que se realizaran los esperados anuncios de la NASA, la ansiedad tuvo un entremés con la supuesta revelación de la prueba final de que los extraterrestres existen, hecha por el periodista mexicano Jaime Maussan.

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El entusiasta expuso frente a parlamentarios de su país dos “cuerpos no humanos”, con cabeza alargada y tres dedos en manos y pies, encontrados en una mina en Perú, en 2017. “Si el ADN demuestra que no son humanos, así lo debemos tomar. No les decimos extraterrestres porque no lo sabemos aún”, dijo ese día Maussan, conclusión que, dijo, contaba con la confirmación de la Universidad Nacional Autónoma.

La UNAM fue la primera en desmarcarse, al aclarar que ellos únicamente analizaron una muestra que se les llevó, sin saber su origen, que únicamente lo dataron con Carbono 14 y que efectivamente cifraron en mil años su edad.

Maussan ya había expuesto momias similares, que finalmente correspondían al cuerpo de un niño. Se le acusó de haber modificado los cuerpos. Fue la Fiscalía peruana la que concluyó que eran “muñecos hechos de huesos de animales cubiertos con papel”, tras el análisis de Flavio Estrada, del Instituto de Medicina Legal de Perú. Rodolfo Salas-Gismondi, experto del American Museum of Natural History de EE.UU., agregó que “a los cuerpos se le retiraron falanges y metacarpos”.

La organización científica Comité Mundial de Estudios de Momias nunca le ha dado su venia al trabajo de Maussan.

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En Chile buscan explicaciones

En Chile existe hace décadas una oficina que recibe, de manera oficial, los reportes de observaciones que podrían ser calificadas como Ovnis. Nacida en los años 60 a cargo de la Dirección Meteorológica, la moderna Sefaa (Sección de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos) está hoy en manos de la Dirección General de Aeronáutica Civil y recibe decenas de denuncias cada año.

Su labor es coordinarse con oficinas como aeropuertos, direcciones de meteorología y científicos, entre otros, para encontrar la mejor explicación a las fotografías y videos que llegan hasta sus oficinas.

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En 2019 se incorporó el ufólogo Patricio Abusleme, como periodista investigador, autor del libro OVNIs en Chile.

La organización mantiene un correo electrónico para recibir los videos y fotografías, con o sin anonimato.

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