Desde 2015, entre dos edificios de la Rue Duperré en París, se habilitó una estrecha multicancha con llamativos colores. Algo similar sucede hace años en Estados Unidos y Bélgica, y, sin ir más lejos, también es posible encontrar este tipo de intervenciones en algunas ciudades de nuestro país.
La que está mejor posicionada se ubica en el Complejo Habitacional Quebrada Márquez, entre el Cerro Arrayán y Santo Domingo de Valparaíso. Se construyó entre 1946 y 1949, y la declararon Zona Típica en 2003, luego de que la Unesco posesionara la ciudad como Patrimonio de la Humanidad. Frente a los cinco edificios que componen el complejo, existe un nuevo espacio: una colorida multicancha, remodelada por el artista local Matu Noguera, que nos hace olvidar cómo era antes.
La iniciativa detrás se llama “De cancha en cancha”, y nació en la galería de arte Metro 21, dirigida por Josefina Andreu e Isidora León, dos gestoras culturales que comenzaron a relevar el muralismo y la intervención del espacio público, mediante esta técnica desde 2012.
Hace un tiempo decidieron dejar de trabajar sólo sobre paredes, y se aventuraron a ampliar el tamaño del lienzo. En la búsqueda de soportes para intervenir a través del arte, notaron que, pese a que cada vez hay más población en las urbes, también es posible encontrar sectores libres, en blanco, o abandonados, para transformarlos y otorgarles un nuevo sentido estético. Realizaron un catastro de las instalaciones deportivas del país y descubrieron que existen más de 15 mil. “Nos preguntamos qué pasaría si cambiamos el canvas y comenzamos a tomarnos las ciudades”, revela Andreu.
El equipo de trabajo lo componen seis personas que se encargan de lo previo a la ejecución de la obra del o la artista que invitan a participar, priorizando que se manejen con grandes dimensiones y tengan un vínculo local. “La obra que diseñen no puede entorpecer el juego dentro de la cancha, entonces es un desafío”, explica. Cada proceso se tarda alrededor de tres semanas, entre refaccionar, aplanar, restaurar y preparar el lugar para la impresión de la obra gráfica.
La tradición del arte cinético
La cancha de Valparaíso no es la única. A lo largo del país, algunas están adquiriendo otro carácter para las comunidades en que se insertan. La primera fue la del Liceo Rafael Sotomayor de Santiago, a cargo de la muralista Elisita Punto; hay otra en Recoleta, en Vicuña y, la más reciente, en Santa Cruz, con el diseño de Anis88 –el seudónimo de Jocelyn Aracena–, una destacada artista chilena cuyas piezas se encuentran en el Museo a Cielo Abierto de San Miguel, en España, Alemania, Austria y Suecia.
León explica que el arte urbano en el mundo comenzó como una práctica que segregaba a las mujeres. “Partió súper machista, los hombres tenían más espacio, les rayaban encima de ellas y tenían poca voz”, dice, y agrega que su labor como gestoras y mujeres busca relevar eso.
La mirada estética de ambas persigue visibilizar los lineamientos del arte abstracto, y las formas de la corriente cinética. “No queríamos centrarnos sólo en el movimiento latinoamericano del muralismo, porque en Chile la línea de la cinética, o de efectos ópticos, muy a lo Matilde Pérez, la están liderando artistas como Elisita Punto o Juanita Pérez de Muchachitas Pintoras”, comenta.
Recorrido por el mapa de Chile
En el caso de la cancha de Valparaíso, los arcos y aros estaban deteriorados, por lo que debieron ser reemplazados. “Alrededor de ese sector no existen parques. Se disfruta de una hermosa vista al mar, pero faltan espacios para hacer comunidad y esta cancha revivió eso”, cuenta Andreu.
Como único requisito, cada una de las canchas que han recuperado, a través del proyecto, deben estar ubicadas para que sean lo más visible que se pueda. “No buscamos que sea un espacio cerrado de un club privado para que nadie pueda verla, sino todo lo contrario, es esencial que sean abiertas y cualquier persona tenga acceso a ellas”, dice.
Andreu explica que, durante las intervenciones, se realizan actividades con las comunidades. En el caso de Valparaíso, finalizó con una muestra de patinaje artístico. “Tratamos de incluir a todas las fuerzas que utilizan ese tipo de espacio y sucedió que justo había chiquillos de Arquitectura en paro y llegaron a ayudarnos. Lo mismo pasó con la junta de vecinos”, recuerda.
Según las creadoras del proyecto, la intervención de los sitios ha sido totalmente positiva, pues permite aprender a mirar de otra manera el entorno urbano. “Nosotras también trabajamos la iluminación y el acondicionamiento de cada lugar, no sólo es la pintura, va más allá”, plantea León.
“Esperamos que lo urbano se vea como un soporte, como pasa con la tendencia de las ciudades inteligentes en que lo primordial es transformar el espacio público por medio del arte y descentralizar, expandirlo a regiones”, manifiesta. En una primera etapa esperan terminar seis canchas en diversos puntos del país y, para una segunda, planean intervenir instalaciones deportivas en Concepción, Iquique y Puerto Montt.