Revelan todas las horribles consecuencias del traje de conejitas que vestían las modelos de Playboy

Al parecer no todo era tan lujoso como parecía ante el público.

Si hay algo que ha identificado de forma mundial e inseparable a la marca Playboy es el traje de conejitas que sus modelos vestían en la popular revista, los eventos y hasta el reality que giraba en torno a la marca y su estilo de vida, pero parece que este no era tan cómodo como parecía.

Fundada en Chicago, Illinois en 1953 por Hugh Hefner, la revista original se ha expandido a Playboy Enterprises, Inc. Dando como resultado toda una serie de productos de entretenimiento y es una de las marcas más conocidas a nivel internacional. Además, las ediciones especiales de la revista se publican por todo el mundo.

La verdad detrás del icónico traje de conejitas que las modelos de Playboy vestían

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Luego del fallecimiento de Hefner en 2017, todo tipo de cosas se comenzaron a decir con respecto a la empresa y sus prácticas, pues ahora le ha tocado el turno al traje, el cual la ex conejita Suzanne Charneski asegura que tenía 18 varillas de metal para crear la ilusión de un cuerpo con forma de reloj de arena.

El tema se tocó a profundidad en el documental “Secrets of Playboy” donde Charneski dijo que “Tenías un control completo antes de entrar en modo de servicio, antes de ir al evento, Te revisaban tu disfraz, cómo se veía, cómo te quedaba y tu peso” por lo que no era algo tan agradable.

“Si ganabas 5 libras, con esas varillas de metal, no podías respirar”, señaló Suzanne. Esto fue apoyado por PJ Masten, quien añadió que Había un gráfico en la habitación junto a la báscula y era humillante. Todo el mundo podía verlo y si tenías 5 libras de más, tenías una advertencia”

La presión sobre las conejitas Playboy

Masten también aclaró en el documental las fuertes condiciones que requería ser conejita, pues “Si no bajas de peso en un mes o menos, te suspendían hasta que volvieras a tu peso” Pero, como indicó la ex conejita, no era solo el traje, sino también el calzado lo que generaba problemas.

“Solíamos ir al baño de damas y quitarnos los zapatos, que estaban incrustados de sangre, y meterlos en la taza del inodoro y seguir tirando de la cadena, era como un remolino, para bajar la hinchazón y esperar que tus zapatos pudieran volver a entrar” concluyó Masten.

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