Robert Murat fue uno de los primeros sospechosos de la desaparición de Madeleine McCann el 2007 en el balneario portugués de Praia da Luz. Luego que una amiga de la madre de la Maddie señalara a la policía que vio a un hombre caminar con una menor en sus brazos, la cual tenía características similares a la niña inglesa, las miradas se posaron sobre el mencionado sujeto, ya que vivía justo en el punto en donde había pasado el misterioso sujeto.
Ante esto, allanaron la vivienda del asesor de propiedades, ya que además tenía un punto que causaba aún más sospecha en la policía: a los pocos días que se perdiera el rastro de Maddie, el individuo se acercó a ofrecer como traductor de inglés-portugués, y así servir de nexo entre los agentes, los McCann y los periodistas ingleses.
Eso llevó a los investigadores a creer que el hombre quería tener información sobre el caso, quizás porque estaba involucrado de alguna forma.
Por lo mismo, en el mencionado allanamiento encontraron una supuesta pista: tenía una llamada realizada a Sergey Malinka, un joven de 22 años que trabajaba haciendo páginas webs, el cual no contestó el teléfono. ¿Qué era lo importante de esto? Es que era justo a la hora en que Madeleine desapareció y que habían visto al misterioso hombre con una pequeña en andas.
«Recuerdo que cuando me enteré de que Robert había sido entrevistado por la policía, yo estaba como ‘Guau, este es el tipo para el que estoy haciendo un sitio web’. Para mí, solo era un tipo normal que vivía con su madre», señaló el hombre al documental de Netflix que sigue el caso McCann.
Allí cuenta que pensó cuando se enteró 12 días después de la desaparición de Maddie que el hombre para el cual trabajaba había sido interrogado. Y tras esto, a los días el entrevistado por la policía era él.
Al respecto, acusó que lo subieron a la fuerza a un vehículo sin patente en donde fue tratado duramente, mientras su vivienda era allanada. Y pese a que no encontraron conexión alguna entre él, Murat y Maddie, la atención de la policía se centró en esa llamada perdida.
Ninguno de los dos recordaba la existencia de ese llamado, por lo que ambos creyeron que se realizó de manera accidental. Sin embargo, pese a no ser jamás catalogado de sospechoso por la policía, la prensa inglesa comenzó a revelar diversos detalles de Malinka, como por ejemplo qué encontraron en los computadores que tenía en su casa, muchos de los cuales eran de sus clientes.
«Dijeron que encontraron pornografía allí. Muéstrame una computadora en el mundo que no tenga una ‘cookie’ o algo de un sitio de pornografía. No estoy diciendo que la tuviera o no, sino que deberían haber definido cuál de todos los computadores tenía ese material para transparentar todo», expresó.
Tras esto, la información fue variando, siendo cada vez más grave. Primero fue que tenía pornografía en un PC. Luego esto se convirtió en material sexual infantil, para luego tener denuncias por abusos sexuales a menores, y finalmente ser vinculado a la mafia rusa.
«Era casi imposible vivir una vida normal después de que la policía me entrevistara porque a lugar que iba me seguían o miraban raro. Me han llamado pedófilo, me han llamado depredador sexual, mafioso ruso, traficante de personas. Yo realmente estaba fuera de lugar», señaló.
Incluso su automóvil fue quemado por desconocidos meses después de la investigación, apareciendo además con escritos que lo emplazaban a contar «toda la verdad». «Pensaron que estaba escondiendo algo. Sé que era solo un auto y quizá no significa mucho, pero para un joven de 22 años que siempre soñó con él, y que era como una meta cumplida, era mucho. Esa llamada telefónica perdida casi arruinó mi vida por una década. Eso es lo que realmente provocó en mí este caso. Realmente me dolió», afirmó.
Una nueva investigación
Un millonario identificado como Brian Kennedy se interesó también en el caso y contrató investigadores privados para poder dar con pistas en torno a Madeleine McCann. Y esto derivó en que nuevamente Malinka estuviera en el ojo de alguien.
Los detectives comenzaron a seguir al hombre y a Murat, buscando dar con algo que nuevamente los vinculara con la desaparición de Maddie. «Mi primera experiencia de vigilancia privada fue cuando vi los mismos autos por el espejo retrovisor. Hice una lista de las patentes y descubrí que efectivamente eran siempre los mismos autos que me seguían», señaló.
Y pese a que le llegaron a ofrecer dinero a cambio de que diera más antecedentes, algo que no aceptó ya que no tenía nada que decir, finalmente el investigador privado Julián Peribañez determinó que Malinka no sabía de verdad nada sobre el caso.
«Hicimos una investigación exhaustiva sobre él, pero cuanto más lo investigamos, más nos dábamos cuenta que no estaba involucrado. Ni Malinka ni Murat creo que tengan que ver con la desaparición de Madddie. Cero», aseveró al documental.
Finalmente, Malinka decidió escribir un libre sobre el caso y así contar sus experiencias. Sin embargo, desde el 2017 que no se sabe nada sobre el texto, salvo que fue cancelado.