- Analista internacional
John Bolton, asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, declaró el martes a la cadena Fox que: “Haría una gran diferencia para los Estados Unidos, económicamente, si pudiéramos tener a las empresas petroleras estadounidenses invirtiendo y produciendo petróleo» en Venezuela. Agregó que “tenemos mucho en juego haciendo que esto salga de la manera correcta”. La declaración sorprende por su franqueza. Es habitual que las operaciones para apoderarse del crudo ajeno son escondidas invocando principios superiores, como la democracia y la libertad. Algo que Alan Greenspan, que fue secretario del Tesoro en Estados Unidos, admitió aludiendo a la invasión de Irak en 2003: “Me apena que sea políticamente inconveniente reconocer lo que todo el mundo sabe: que la guerra de Irak es en gran medida por el petróleo”. Lo mismo puede decirse de Libia que fue invadida en 2011.
El venezolano Juan Pablo Pérez Alfonzo, uno de los fundadores de la Organización de Países Productores de Petróleo (Opep), acuñó la expresión que el crudo era el “excremento del diablo”. Lo dijo porque las ganancias petroleras suelen ser de tal magnitud que desalientan otras inversiones. Algo que la Venezuela actual vive en forma dramática: 95% de sus divisas provienen de la venta del petróleo. Además contar con un recurso natural estratégico como el crudo despierta el apetito de poderosos vecinos. Estados Unidos requiere nada menos que 500 mil barriles diarios del crudo pesado venezolano. Una cantidad contundente que, por razones técnicas, como las características de las refinerías, no es fácil de reemplazar. La ausencia de petróleo venezolano puede provocar subidas de precio de los combustibles. Algo, que si ocurre, va a repercutir en Chile. Mucho depende de los altos y bajos de la demanda. Es posible vaticinar, en todo caso, que Washington buscará una salida rápida a la crisis venezolana. Es decir, asegurar la más pronta salida del gobierno de Maduro y destrabar el flujo del crudo.
Por ello Washington decidió atacar la yugular económica de Caracas. Bloqueó unos siete mil millones dólares pertenecientes a inversiones de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Bolton señaló que a lo largo del año 2019 los retornos por ventas a Estados Unidos debían alcanzar a los once mil millones de dólares. Además, precisó que las refinerías estadounidenses pueden seguir comprando crudo venezolano. Claro que el pago ya no irá a Pdvsa, sino que a una cuenta especial para Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional, que disputa la presidencia del país. Además, Estados Unidos ha advertido que los países que adquieran crudo venezolano se exponen a represalias. El espacio de maniobra para Nicolás Maduro se estrecha con el correr de los días.
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