- Analista internacional
Hace pocos días Pedro Pablo Kuczynski (PPK), el ahora renunciado presidente peruano, confiaba que evitaría que el Congreso lo removiera de su cargo. Para ello debía impedir que sus opositores amasasen 87 votos del total de 130 congresistas. A fin de cuentas, ya en diciembre PPK había logrado desarticular a sus adversarios. Entonces el oficialismo logró desgajar una pequeña facción del partido Fuerza Popular. Kenji Fujimori, hermano de Keiko, la lideresa del fujimorismo, comandó a los disidentes. El precio del apoyo al presidente fue el indulto a Alberto Fujimori (1990-2000). La medida tuvo sus costos pues tres parlamentarios de Peruanos por el Kambio, el partido de PPK, abandonaron la agrupación. El episodio dejó una profunda huella de malestar en la sociedad peruana.
Ante el segundo embate por deponerlo, el oficialismo salió una vez más a conseguir apoyos. Esta vez algunas negociaciones con congresistas fueron grabadas. En ella se escuchan las ofertas del gobierno para obtener los votos. Estas filmaciones, bautizadas como los “keikovideos”, precipitaron la caída de PPK, que ya no pudo obtener los votos que requería. Ante la evidencia de la derrota, prefirió renunciar antes que enfrentar un voto condenatorio del Congreso. En sus últimas palabras desde la presidencia, Kuczynski, de 79 años, retó a sus adversarios: “Ellos creen que me han tirado al botadero. Yo no estoy en el botadero, yo soy el fénix que te defiende a ti, pueblo peruano”.
La constitución prevé que Martín Vizcarra, el primer vicepresidente, que se desempeñaba como embajador en Canadá, asuma la presidencia. Así, le correspondería gobernar hasta el 2021, que es lo que resta del mandato interrumpido. Vizcarra ha sido parco, pero viene de señalar que: “Estoy indignado por la situación actual, como la mayoría de los peruanos”. Se abstuvo, en todo caso, de precisar qué le causaba la indignación.
El panorama para Vizcarra es poco auspicioso. De entrada padecerá de la misma soledad parlamentaria que PPK. Pero más grave aún, según la última encuesta, realizada por la empresa GFK antes de los “keikovideos”, 49 por ciento de los consultados respondió que ante la salida de PPK sus dos vicepresidentes, Vizcarra y Mercedes Aráoz, deberían a su vez dimitir. Correspondería entonces al presidente del Congreso, Luis Galarreta, convocar a nuevas elecciones. El mismo sondeo, realizado entre 17 y el 20 de marzo, reveló que tan sólo 26 por ciento de la población era partidaria que Vizcarra asuma la presidencia.
Como ha ocurrido en otros países de la región, ha reflotado la consigna “que se vayan todos”. Sacando partido de este sentimiento de rechazo, Verónika Mendoza, que dirige al movimiento izquierdista Nuevo Perú, exige que se haga una reforma al sistema electoral para luego convocar a elecciones generales al más breve plazo.
A juzgar por el ánimo público, expresado a través de las encuestas, lo democrático, con miras a la estabilidad política del Perú, sería una consulta a la ciudadanía sobre quién consideran debe gobernar el país.
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