Opinión

Columna de Colo Colo: Seguimos peleando

El Cacique empató ante Bolívar en la Copa Libertadores, mientras se vota en el Congreso de la modificación a la ley de Sociedades Anónimas Deportivas.

Por José Miguel Sanhueza (@albohemio)
Colo-Colo de Todos (@colocolodetodos)

Seguimos vivos, dando la pelea, y el futuro depende de nosotros. Esa simple idea resume de manera elocuente la última semana. El pasado miércoles nos enfrentamos al que estaba llamado a ser uno de los partidos más importantes y decisivos de todo el semestre. Rescatar al menos un punto en la altura de La Paz resultaba un desafío tan trascendental como dificultoso, más aún luego del tropiezo del debut contra Atlético Nacional.

De sumar una segunda derrota el desafío copero se nos pondría tan cuesta arriba como los 3.640 metros sobre el nivel del mar que marcan el sello del desafío de plantarse a jugar fútbol en la capital de Bolivia. Cabe señalar que los bochornosos acontecimientos ocurridos en la previa entre el presidente de la concesionaria y el intendente de la Región de Antofagasta tampoco ayudaban mucho.

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Lo cierto es que, más allá de romanticismos y paladares negros, la tarea se sacó adelante a cabalidad. Con excepción de los primeros minutos, y un par de “ollazos” sueltos por ahí, el equipo no pasó demasiadas zozobras defensivas frente a un Bolívar que, la verdad sea dicha, tanto en su debut contra Delfín como el miércoles pasado demostró ser un equipo con escasos recursos futbolísticos, lejos de otras expresiones recientes de un fútbol boliviano cuyos desempeños internacionales, a nivel de clubes, han venido siendo bastante mejores que las del balompié chileno de un tiempo a esta parte.

Del lado de Colo-Colo se vio un libreto similar al que en general han mostrado los equipos y selecciones chilenas que han cosechado resultados en La Paz: un primer tiempo más contenido, más “feo” si se quiere, orientado a hacer pie en la cancha e impedir un tránsito vertiginoso del partido que siempre en la altura favorecerá al local, y luego un segundo tiempo con las líneas un poco más adelantadas, con muchos más espacios y más posibilidades en el aspecto ofensivo.

Seguramente si entraba el remate de Baeza –la figura del partido para quien escribe-, las dos contras que armaron Valdivia con Rivero, o si Berríos –que entró muy bien esta vez- cazaba el pase filtrado de Esteban, estaríamos hablando de un triunfo histórico en la altura. Pero el punto de todas maneras es muy bueno tanto para mantenernos vivos en la carrera por la clasificación, como por la durísima estocada que representa para las pretensiones del conjunto altiplánico. La histeria demostrada por los jugadores y cuerpo técnico de “la Academia” y el duro tratamiento de la prensa e hinchada boliviana al cometido de Bolívar dan cuenta de aquello.

Estamos en la pelea y depende de nosotros. Aquello también vale para el partido grande que se juega afuera de la cancha. Ayer jueves la sala de la Cámara de Diputados aprobó “en general” por amplia mayoría el Proyecto de modificación de la nefasta Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, que Concertación y derecha fraguaron entre cuatro paredes y prácticamente por unanimidad en la década pasada.

Salvo algunas indicaciones introducidas por parlamentarios oficialistas como una desesperada maniobra dilatoria, lo ocurrido representa un avance importante en lo que respecta a abrir posibilidades para que los clubes profesionales puedan organizarse como corporaciones sin fines de lucro o como sociedades controladas mayoritariamente por los socios de los clubes, junto con resguardos relevantes en materia de fiscalización de las sociedades anónimas y límites claros a los conflictos de interés absurdos de muchos de sus controladores actuales.

Tocará dar una pelea por mejorar y profundizar el proyecto, para hacerse cargo de la amplia diversidad de realidades que atraviesan las distintas instituciones del fútbol chileno luego de que la ley de SADP se encargara de arrasar, bajo muy distintas formas y modalidades, con la participación democrática y soberana de los socios en la administración de los clubes. Pero tocará hacerlo con la plena conciencia de que ninguna ley ni ningún decreto se encargará por si solo de devolvernos la democracia. Que lo más que podemos pedirle a la ley es algo muy simple: que no nos ponga problemas, que nos deje organizarnos como mejor nos parezca. El cómo organizarnos, el conquistar nuestra democracia, será nuestra pelea y dependerá de nosotros.

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