- Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista de Radio Zero.
Mientras actores como Penélope Cruz y Javier Bardem sí han conseguido incursionar con éxito en Hollywood, no todos los cineastas hispanos que intentan hacer carrera en el cine internacional consiguen similares resultados.
Revisando lo que han logrado en sus incursiones fuera de España realizadores como Alejandro Amenábar, Rodrigo Cortés, Jaume Collet-Serra o Juan Antonio Bayona, se ve que algunos han tenido mejor suerte que otros.
El más reciente caso es Nacho Vigalondo, quien con tres largometrajes previos ha llamado la atención de público y crítica, y en su segunda película en inglés -y la primera suya que se estrena comercialmente en Chile-, «Colossal», que debuta hoy en la cartelera local, asume varios desafíos.
De partida, acá cuenta como protagonista con una de las figuras más queridas y populares del cine estadounidense desde la década pasada, Anne Hathaway; y además, como director y guionista Vigalondo emprendió acá un curioso y atípico cruce entre un clásico filme de superación personal, una comedia romántica y una historia de monstruos gigantes y destructivos.
Como ya prometía su entretenido tráiler, la premisa es indudablemente atractiva, y al menos durante su media hora inicial atrapa y sorprende al espectador, pero progresivamente el ritmo se va estacando, las bromas son menos graciosas y todo se siente alargado y reiterativo.
El resultado final no está a la altura de lo que pudo ser, aunque al menos se puede rescatar el carisma de Hathaway en una buena actuación, los correctos efectos especiales y el impulso creativo de haber desplegado un argumento más absurdo y alocado de lo habitual.
Las inocentes
Nominada este año a cuatro premios César incluyendo mejor película, dirección y guión, esta coproducción franco-polaca es el sexto de los 14 largometrajes de la cineasta Anne Fontaine que se estrena en nuestro país, tras títulos como «Lavado en seco», «Cómo maté a mi padre» y «Coco antes de Chanel». Es probable que esta historia, inspirada en hechos reales acaecidos en 1945 en un convento de monjas en Polonia, sea el trabajo más logrado de la realizadora, en una filmografía que ya abarca más de dos décadas. Abordando una realidad terrible y por momentos angustiante, Fontaine esquiva los golpes bajos o las manipulaciones emotivas en las que pudo caer fácilmente con una trama como ésta. Con excelentes actuaciones de un elenco mayormente femenino y una depurada belleza formal -destaca especialmente la espléndida fotografia de Caroline Champetier-, para más de alguien el filme podrá parecer frío o estilizado considerando el dolor y la crudeza de lo que cuenta, pero es digno de destacar cómo al optar por la sutileza, la sobriedad y la austeridad, de todos modos «Las inocentes» consigue conmover al espectador ahondando en sus alcances morales, éticos y religiosos.
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