- Capellán UC. Twitter: @hugotagle
Fui voluntario en el censo del pasado miércoles. Si bien me apunté a última hora como censista, alcancé a participar de la capacitación en la Universidad Católica y me tocó en Santiago Centro. Censé 24 viviendas, que era lo exigido. Se trataba de un edificio, por lo que era más simple. Me recibieron muy bien todos los vecinos. Casi todos me ofrecieron café, galletas o jugo.
Una oportunidad para conocernos como chilenos y «construir patria» de una manera sencilla y útil. Es bueno saber cuántos somos, dónde vivimos, en qué trabajamos o a qué dedicamos la vida. Datos todos muy generales, pero sobre los cuales se pueden diseñar políticas públicas, fijar prioridades de salud, educación, caminos y servicios.
¡Felicitaciones a los voluntarios del censo! Fueron los que obtuvieron la mejor nota. Aparecieron más de los originalmente esperados.
En la casa central de la UC, temprano el miércoles en la mañana, se veían muchísimos rostros jóvenes. Sólo de la UC se inscribieron más de dos mil personas como voluntarios. Es falso que hay desinterés por lo público, como se dice. Sí debemos reforzar los esfuerzos por canalizar ese interés de manera que sea efectivo y se transforme en un bien para Chile.
Es lo que se ha visto también en las tragedias que nos han bombardeado, como los incendios del verano, en que brota lo más noble del corazón humano, un real interés y preocupación por el otro. Eso sí, ojalá ese entusiasmo y sentido cívico a nivel país se muestre también en las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales.
Al momento de construir país, todos contamos. Nadie sobra. Todas las opiniones tienen el mismo valor. Eso es democracia.
Con el tiempo se deberán afinar y perfeccionar los instrumentos de medición. Ya en el siglo XXI, en la era de la informática, con una población hiperconectada, me cuesta pensar que no se puedan utilizar sistemas informáticos para medirnos, preguntar por nuestras carencias, logros, educación y relaciones familiares.
Los escándalos de desfalcos y turbiedades financieras siguen haciendo mella en nuestra convivencia ciudadana. Siguen golpeando la confianza pública. Es de esperar que la justicia sea ágil, implacable y efectiva. Que la gente se porte mal no es nuevo. El punto es que se castigue ejemplarmente para disuadir a otros de esas malas conductas. Y, sobre todo, premiar la honradez e integridad. Chile no puede ser de los vivarachos y frescos. Pertenece a los honestos, trabajadores y honrados, que son mayoría.
Los cristianos celebramos el tiempo pascual, la resurrección de Jesús, quien vence a la muerte y nos regala con ello la certeza de la vida eterna. No hay que temer más. Al final de toda historia, por dura que sea, está la luz de la esperanza. El cristiano es majaderamente esperanzador, porque Jesús camina con nosotros. Que sea el espíritu que nos anime en este tiempo.
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