Ni siquiera los cerca de 4.200 muertos que Brasil sumó ayer, en su día más negro desde que comenzó la pandemia de coronavirus, han movido al presidente brasileño Jair Bolsonaro para anunciar medidas de contención al aumento de los contagios en el país.
«Ahora la gente dice que soy un genocida», ironizó el mandatario luego de ser consultado por la situación santitaria de Brasil, asegurando que no tiene planteado imponer un confinamiento. «No habrá cierre», replicó en su visita al estado de Santa Catarina, donde volvió a defender lo que ha denominado como «tratamiento precoz» con el uso de medicamentos sin eficacia probada contra el virus, los que según la Asociación Médica de Brasil «deberían prohibirse» para tratar el coronavirus.
El mandatario, que participó de una actividad en la localidad de Chapecó para cerrar una unidad de cuidados semi-intensivos para pacientes con covid-19, destacó la gestión realizada en dicha ciudad, aún cuando Chapecó tiene más muertes por coronavirus que el promedio nacional y estatal.
«Son un ejemplo a seguir, porque sirve para mostrar a todo Brasil que el virus es grave, pero sus efectos se pueden combatir», aseguró Bolsonaro, pasando por alto que la alta tasa de mortalidad de 240,6 por cada 100 mil habitantes en dicha localidad supera con holgura el 160,3 de todo Brasil, donde el estado de Santa Catarina, según datos actualizados por el Ministerio de Salud, el indicador se sitúa en los 161,2.