En medio de una grave crisis interna y una débil economía, Italia daba tumbos a comienzos de 1922. Los sectores obreros y campesinos empezaban a organizarse inspirados en la Revolución Bolchevique y posterior formación de la Unión Soviética.
En medio de este ambiente de tensión, grupos fascistas desataron la violencia por las calles a través de las tristemente conocidas como camisas negras, grupos altamente violentos que atacaban en los barrios a cualquier persona que pareciera ser un adversario político.
Los fascistas iniciaron así el fenómeno conocido como el squadrismo, en que grupos fascistas asolaban las calles. Públicamente, el líder de este violento movimiento, Benito Mussolini, prometía recuperar la paz en las calles si llevaba al poder. Claro, para él era fácil este promesas, pues era el propio fascismo el que generaba el caos callejero.
Arremetida de las camisas negras
El 27 y 28 de octubre de 1922, grupos de camisas negras ocuparon distintos sectores clave del funcionamiento de Estado: edificio públicos, centrales telefónicas estaban en manos de los fascistas, en una abierta amenaza de Golpe de Estado.
Tal fue la presión que el 29 de octubre el rey de Italia no tuvo más que llamar a Mussolini a formar gobierno. Fue el primer paso en el surgimiento de la dictadura fascista.
Mussolini «embriago» a la ciudadanía con delirios de grandeza y recuerdos del Imperio Romano. Un discurso que se cayó rápidamente en la Segunda Guerra Mundial, donde Italia jugó un discreto papel bélico como aliado de Alemania y Japón, dejando en evidencia que tanto el «Duce» y su supuesto glorioso ejército, no sólo eran delirios.
Títere de Hitler
Militarmente Italia cayó en 1942 y Mussolini, consciente de su fracaso e incapacidad para liderar en la guerra cayó en depresión. Trató de convencer a Hitler de hacer un armisticio con la URSS, pero el dictador alemán lo descarta. Después los Aliados toman Sicilia e Italia cayó en caos.
Los propios aliados fascistas destituyen al Duce y es arrestado, pero es liberado por un comando de paracaidistas de las SS nazis.
Para seguir con las humillaciones, Hitler obliga a Mussolini que asuma un gobierno títere ubicado en la localidad alpina de Saló, bajo el nombre de República Social Italiana.
La verdad que el «Duce» no tenía control de nada y solo figuraban con protección de fuerzas alemanas, mientras los aliados avanzaban desde del sur italiano.
El fin
Cuando las fuerzas alemanas iniciaron la retirada de Italia, Mussolini quedó sin protección y trató de escapar, pero el 27 de abril de 1945 fue detenido por guerrilleros comunistas. Al día siguiente, el Duce y su amante, Clara Petacci fueron fusilados. Luego fueron trasladados a Milán, donde fueron colgados por los pies.
La fuente hacía fila para mirar y golpear los cuerpos de los máximos líderes fascistas, todos colgados en la plaza. Fue tanta la ira dela gente, que todos terminaron con los rostros totalmente desfigurados ante los constantes ataques.
Así se cerró el brutal experimento fascista que comenzó un día como hoy hace 98 años.