Una corte saudí condenó el lunes a muerte a cinco personas por el asesinato del columnista del Washington Post Jamal Kashoggi, asesinado el año pasado en el consulado saudí de Estambul por un equipo de agentes saudíes.
Otras tres personas recibieron penas de cárcel, según la televisión estatal saudí Al-Ekhbariya. Todos podían apelar sus sentencias.
Varios de los agentes implicados en la muerte del columnista trabajaban directamente para el príncipe heredero saudí, que fue criticado a nivel internacional. El reino niega que el príncipe tuviera cualquier implicación o conocimiento de la operación.
La investigación del fiscal general saudí concluyó que el exasesor principal del príncipe, Saud al-Qahtani, no tenía lazos demostrados con el asesinato, según la televisora estatal. Estados Unidos ha sancionado a Al-Qahtani por su supuesto papel en la operación.
El tribunal también declaró no culpable al cónsul general saudí en Estambul, Mohammed al-Otaibi. Él y otras nueve personas que no fueron identificadas fueron puestas en libertad tras conocerse los veredictos, indicó la televisora.
Tras nueve sesiones, el tribunal llegó a la conclusión de que no hubo un intento premeditado de asesinato.
Secretismo total
Los juicios de los acusados se celebraron en un secretismo casi total, aunque se permitió que unos pocos diplomáticos -incluidos algunos turcos- y familiares de Kashoggi asistieran a las sesiones.
El asesinato conmocionó al mundo y provocó condenas de la comunidad internacional, incluyendo a Naciones Unidas.
Kashoggi entró a pie en el consulado de su país en Estambul una mañana de octubre de 2018 para recoger la documentación necesaria para casarse con su prometida turca, Hatice Cengiz, que esperaba fuera. No volvió a salir.
Agnes Callamard, investigadora especial de Naciones Unidas y que dirigió la investigación sobre el asesinato, indicó más tarde que no debía dejarse el caso al sistema judicial saudí, “tan vulnerable a la interferencia política”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, condenó el asesinato, y su gobierno sancionó a 17 saudíes sospechosos de estar implicados, aunque no al príncipe heredero.
Sin embargo, Trump se ha resistido con firmeza a las peticiones procedentes de su propio partido de ofrecer una respuesta más dura, y ha defendido sus buenas relaciones con Arabia Saudí señalando a su importancia como comprador de equipamiento militar estadounidense, y argumentando que esto crea empleo en Estados Unidos.
Entre tanto, numerosos críticos del príncipe heredero saudí siguen encarcelados y afrontan juicios por sus actos de disidencia.