Un calentamiento de hasta 50º de temperatura a decenas de kilómetros sobre la superficie Antártica. Ese el nuevo fenómeno inusual que los investigadores del país están estudiando en la isla Rey Jorge, y que podría traer peculiares «consecuencias» para el país: un salvavidas para el déficit hídrico que vive la zona centro sur hacia abajo.
Por estos días, científicos del Grupo de Investigación Antártica de la Universidad de Santiago, se encuentran en el continente blanco, apoyados por el Instituto Antártico Chileno (Inach), lanzando una serie de sondas a unos 30 kilómetros de altitud. Su misión es monitorear la temperatura y las concentraciones de ozono en la baja estratósfera, y documentar por primera vez y con gran detalle un fenómeno que no afectaba a la Antártica con esa intensidad hace casi 18 años: el calentamiento estratosférico súbito.
Suena apocalíptico, pero, ¿qué es? Según explica el académico Usach y líder del grupo, Raúl Cordero, «se da cuando se debilita el vórtice polar, una zona de vientos muy intensos que rodea el polo. Cuando se debilita ese vórtice, los vientos disminuyen de intensidad y el aire que se movía tiene la tendencia a converger hacia el polo», señala el experto en cambio climático.
Eso hace que el aire se comprima y se caliente, repercutiendo en la parte alta de la atmósfera. «Sube en algunos puntos hasta 50º más allá de lo normal», dice Cordero. Y claro, porque lo normal para esa altura de la atmósfera a esta fecha del año son -90º centígrados, pero sus primeras sondas ya constataron un alza de la temperatura de 20º.
Salvavidas
Las consecuencias de ese fenómeno, dice el científico, se sentirán tanto en los aires como en superficie. Uno de ellos sería el agujero de ozono, un fenómeno que no es permanente, sino que estacionario, ya que se expande entre agosto y diciembre, para luego cerrarse. Sin embargo, aclara Cordero, requiere de muy bajas temperaturas, por lo que al calentarse la parte alta, el agujero de ozono podría cerrar anticipadamente.
«Lo normal es que se cierre a comienzos de diciembre, pero ahora las previsiones indican que se podría cerrar esta semana, o reducirse significativamente», explica. De esa forma, haría del ‘agujero 2019′ el más pequeño desde la década de los 80’.
El equipo califica el fenómeno como «muy inusual». De hecho, el único registró en que el calentamiento estratosférico súbito se presentó con tal intensidad en la Antártica, fue en el año 2002. «En buena medida, nuestras proyecciones están basadas en esa experiencia, y ocurrieron dos cosas: se cerró el agujero de ozono anticipadamente y también tuvimos una primavera muy lluviosa en el centro sur de Chile». Octubre de ese año, de hecho, fue el más lluvioso de este siglo.
Así es. En un año donde el saldo de agua caída era crítica, la primavera podría dar una mano. Todo radica en que el debilitamiento del vórtice polar haría que el modo anular del Sur (efecto SAM) pase a fase negativa, y eso trae «usualmente más precipitaciones en la zona sur y centro sur de Chile», además de una baja en las temperaturas.
Las lluvias inesperadas podrían suplir en parte el déficit de lluvias en la zona sur y centro sur. Eso sí, las proyecciones vislumbran una primavera más lluviosa desde Curicó hacia el Sur. En lugares como Santiago, Valparaíso y O’Higgins, en cambio, el equipo no aprecia que el efecto pueda ser tan marcado, aunque no se descarta una que otra lluvia ocasional.
Continente blanco
El equipo del Grupo de Investigación Antártica se encuentra trabajando en la plataforma TARP-02, anexada a la base científica Escudero de la Isla Rey Jorge. Uno de los científicos es Edgardo Sepúlveda, y tienen la misión de lanzar 30 ozonosondas durante septiembre y octubre, para monitorear el fenómeno. Todo se enmarca en la expedición científica antártica nº 56, promocionada por el Instituto Antártico Chileno (Inach).
Las sondas son globos de unos dos metros de diámetro y que llevan hasta los 3o kilómetros de altura un medidor que entrega información sobre la distribución de ozono en la atmósfera y cómo se va estructurando el agujero de ozono verticalmente, además de cómo interactúa con las diferencias de temperatura, según explica a Publimetro Sepúlveda, desde Rey Jorge.
«Son muy pocas las mediciones directas de ozono que hay en el mundo, y especialmente en la Antártica», señala el científico, agregando que este fenómeno térmico es muy común en el hemisferio norte, pero no en el sur. «Por eso estudiarlo es importante ahora, ya que podría, eventualmente, hacerse más frecuente en el futuro», agrega.
El equipo también investiga el efecto radiativo de las nubes en la península antártica, es decir, «describir cuanta radiación solar reflejan y transmiten, y cuánto ‘calor’ emiten». «Es una de las fuentes que genera mayor incertidumbre en los modelos climáticos, especialmente en las proyecciones de cambio climático», aclara el científico.
«Estar en la Antártica estudiando este fenómeno significa mucho para mí y nuestro grupo. Esperamos contribuir levantando información y datos que ayuden a pronosticar la evolución del agujero de ozono a futuro, además, bajo condiciones que podrían volver a repetirse más seguido. Estamos siendo los primeros chilenos en estudiar esto», cierra Sepúlveda.