Los soldados israelíes mataron a 55 palestinos este lunes en la frontera con la Franja de Gaza tras disturbios y manifestaciones contra la inauguración de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén, que cumplió una de las promesas más controvertidas del presidente Donald Trump.
Esta fue la jornada más sangrienta del conflicto israelí-palestino desde la guerra de 2014 en la Franja de Gaza.
Turquía pidió al embajador israelí que se vaya del país por algún tiempo, mientras que Alemania dijo que apoya una investigación independiente de la matanza de decenas de palestinos por las fuerzas israelíes.
La agencia oficial turca Anadolu dijo que la cancillería notificó al embajador Eitan Na’eh que “sería apropiado que regrese a su país por algún tiempo”, al tiempo que convocó a sus embajadores en Tel Aviv y Washington para consultas.
Turquía denunció la represión violenta de los palestinos, así como la decisión de Estados Unidos de trasladar su embajada a Jerusalén.
En Berlín, el vocero del gobierno Steffen Seifert dio que la violencia “nos preocupa enormemente y es terrible que tanta gente haya perdido la vida, incluidos menores”.
Seifert dijo a la prensa en Berlín que el derecho a la protesta pacífica debería reconocerse en Gaza, pero culpó al grupo palestino Hamas de acentuar las tensiones el día que Estados Unidos develó su embajada en Jerusalén.
“Hamas trata de escalar la violencia. Eso es cínico”, acotó.
El mundo fue testigo el lunes de escenas de fuerte contraste. Por un lado, las fuerzas israelíes mataron a 58 palestinos, la mayoría baleados, e hirieron a más de 2.700 más en las multitudinarias protestas masivas en la zona limítrofe con Gaza, mientras que por otro, a apenas unos kilómetros (millas) de distancia, Israel y Estados Unidos festejaban la inauguración de la nueva embajada estadounidense en la disputada Jerusalén.
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El elevado número de víctimas mortales en Gaza revivió las críticas internacionales hacia Israel por el uso de fuerza letal contra manifestantes desarmados, mientras que la apertura de la misión diplomática, condenada por los palestinos como un acto descaradamente proisraelí, redujo todavía más la posibilidad de que el presidente Donald Trump logre lo que en su día calificó de “acuerdo del siglo” en Oriente Medio.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, 59 palestinos perdieron la vida el lunes, incluyendo una bebé que pereció tras inhalar gases lacrimógenos.
Además, más de 2.700 personas resultaron heridas, 1.360 de ellas por disparos. En total, 130 se encontraban en estado grave o crítico, agregó.
Israel ha justificado sus acciones afirmando que sus tropas defendían la frontera, y acusó a insurgentes de Hamas de intentar perpetrar ataques al amparo de las movilizaciones.
Las perspectivas del presidente Donald Trump de orquestar el acuerdo de paz “del siglo” en Oriente Medio se hundieron aún más. Lo ocurrido azuzó las preocupaciones globales de que las políticas estadounidenses estén inclinando a Oriente Medio en general hacia un conflicto más profundo y espinoso.
El traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, que Trump ensalzó como “un gran día” para Israel incluso mientras docenas de palestinos morían a manos de soldados israelíes en Gaza, dañó el estatus de Washington como mediador entre ambas partes. Y es la más reciente de una serie de decisiones de Estados Unidos que podrían haber desatado un efecto dominó de consecuencias impredecibles.