La impuntualidad es una conducta reiterada en la vida personal y laboral de muchas personas. Sin embargo, se puede modificar beneficiando a quien tiene el hábito de llegar atrasado al trabajo y a reuniones laborales.
“La impuntualidad no sólo afecta al entorno que espera, sino a la propia persona que frecuentemente no llega a la hora. En cada atraso, la persona se estresa y aumenta su adrenalina, corre, toca la bocina, se desenfoca pensando en excusas, intensificando innecesariamente su cansancio mental”, puntualiza Nélida González, psicóloga laboral y gerente de Reclutamiento y Selección de GrupoExpro.
Asimismo, el retraso reduce la productividad laboral. “Es errado creer que retirarse más tarde del trabajo compensará (el atraso), dado que el horario operativo en una empresa debe funcionar en coordinación y las personas trabajan de manera simultánea. Si la persona se queda media hora más en el trabajo para equilibrar el atraso, estará sola y no tendrá la información que solicita a compañeros de labor, ni respuestas a los mails”, advierte.
“La impuntualidad no sólo afecta al entorno que espera, sino a la propia persona que frecuentemente no llega a la hora. En cada atraso, la persona se estresa», Nélida González, gerente de Reclutamiento y Selección de GrupoExpro.
Quien llega atrasado a reuniones pierde información conversada. También proyecta hacia su empresa una imagen de irresponsabilidad cuando se relaciona con público o clientes.
Según la psicóloga, en ocasiones la persona que llega reiteradamente atrasada al trabajo es aislada socialmente por compañeros de labor. Los colegas comienzan a enfadarse cuando la persona impuntual perjudica el trabajo en cadena, no entrega información a tiempo o deben contestar el teléfono y recibir recados para el atrasado, lo que daña el trabajo en equipo.
Para generar el hábito de llegar puntualmente al trabajo, la psicóloga de GrupoExpro aconseja:
- Cronometrar: a veces los retrasos reflejan deficiente organización del tiempo. La experta recomienda medir el tiempo que requiere cada tarea, porque esto ayudará a planificar de modo realista. Cronometrar cuántos minutos requiere levantarse, ducharse, preparar el desayuno, vestir a los hijos, entre otras acciones matutinas, permitirá proyectar cuánto tiempo se necesita para salir del hogar rumbo al trabajo.
- Preordenar el día anterior: para reducir distracciones en la mañana, sugiere dejar preparado el vestuario el día anterior. Hay que dejar a mano documentación, llaves, celular, lo que evitará restar en la mañana un valioso tiempo.
- Conocerse: analizar el modo de despertar para programar la alarma del reloj. Si la persona despierta al sonar la alarma, tal vez le sirva dejar el reloj apartado de la cama, para levantarse a apagarlo. Si intenta seguir durmiendo al sonar el reloj, puede ser mejor programar dos alarmas, para despertar con la primera y levantarse con la segunda. Para que el despertador no se convierta en un enemigo, es fundamental dormir la cantidad de horas apropiadas.
- Evitar exceso de optimismo: a mayor distancia entre hogar y trabajo o centro de reuniones, aumentan las probabilidades de enfrentar imprevistos en el traslado. Recomienda agregar entre 10 y 15 minutos al trayecto calculado normal, para considerar posibles atascos, semáforos apagados y fallas de locomoción.
“Con voluntad y repitiendo acciones se puede adquirir el hábito de ser puntual, lo que reducirá el estrés, mejorará la productividad y trabajo en equipo con compañeros y jefes”, concluye.