La primera propuesta presupuestaria del presidente de EE.UU., Donald Trump, mostró las claras prioridades económicas de su Gobierno: recortes sustanciales de los programas sociales, aumento del gasto en defensa y seguridad fronteriza y la meta de suprimir el déficit de EEUU.
«Ya no vamos a medir la compasión por el número de programas de asistencia social y el volumen gastado en esos programas», afirmó Mick Mulvaney, director de la Oficina de Gestión de Presupuesto de la Casa Blanca.
En total, el plan titulado «Unos nuevos cimientos para la grandeza de EEUU», propone un recorte de 3,6 billones de dólares en el gasto del gobierno federal.
La propuesta de Trump se centra en los programas de asistencia social para los más desfavorecidos: el Medicaid, de cobertura médica para las personas de bajos ingresos y el SNAP, de financiación de alimentos para familias de escasos recursos.
Con las sustanciales modificaciones de ambos se pretende reducir sus fondos en casi 800.000 millones de dólares en los próximos diez años.
Más de cincuenta millones de ciudadanos de EEUU recurrieron a ambos programas en 2016.
Trump ha criticado la desmesurada subida de programas sociales impulsados por su predecesor, Barack Obama, durante la crisis financiera de 2008 y 2009, que a su juicio, no incentiva la vuelta al mercado laboral de muchos beneficiados y contribuye al desequilibrio de las cuentas públicas.
«Necesitamos a todo el mundo empujando en la misma dirección», subrayó Mulvaney.
El funcionario recalcó, además, que las proyecciones macroeconómicas prevén una reducción gradual del déficit presupuestario de EEUU, que se espera cierre el año fiscal 2017 en el 3,1 % del PIB hasta prácticamente equilibrarlo en 2027.
E insistió en que gracias a la agenda de desregulación, reducción de impuestos e inversión en infraestructura se logrará un crecimiento económico en la próxima década del 3 % anual, algo que los economistas dudan, ya que la última vez que se registró esa tasa fue 2005.
En los últimos años de la Presidencia Obama (2009-2017) la media del crecimiento estadounidense anual rondó apenas el 2 %.
No todo son recortes, sin embargo, y la propuesta de Trump incluye sustanciales alzas para Defensa, que vería incrementado su presupuesto en casi un 10 %; y Seguridad Nacional, un 6 % en el que se incluyen 2.600 millones para reforzar la frontera con México.
Asimismo, solicita 200.000 millones de dólares para inversión en infraestructuras y 25.000 millones más para financiar un programa de baja por maternidad y paternidad diseñado por su hija y asesora, Ivanka Trump.
Estados Unidos es el único país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que no cuenta con un programa federal de este tipo.
Por otro lado, Mulvaney remarcó que el presupuesto no toca los programas de Medicare, de sanidad para mayores de 65 años, y de pensiones de la Seguridad Social, dos de los más costosos para el gobierno federal, tal y como prometió Trump en su campaña electoral.
La propuesta presupuestaria es más una declaración de prioridades políticas que un documento económico, ya que debe aprobarlo el Congreso, desde donde rápidamente salieron críticas tanto desde la bancada republicana como de la oposición demócrata, lo que le augura poco éxito.
El senador y excandidato presidencial republicano John McCain lo consideró «inadecuado» y «muerto nada más llegar».
El legislador republicano Harold Rogers, de Kentucky, dijo que los recortes propuestos a Medicaid «son draconianos» y suponen «un gran problema» para los distritos más pobres del país, muchos de ellos en su estado.
Por su parte, el senador y exaspirante a la candidatura presidencial demócrata Bernie Sanders lo tildó de «simplemente cruel».
La líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, afirmó que «es una dura muestra de las promesas rotas del presidente Trump a las familias trabajadoras de EE.UU.» y provocará «sufrimiento, con particulares efectos negativos en las comunidades rurales».