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Columna de Felipe Espinosa: Mítico

Son los retazos de las fiestas los que se sobrevaloran, cuántos terremotos o anticuchos devastados en el fin de semana, la cantidad incalculable de empanadas, mechadas, cazuelas y pasteles de choclos, cuánto quedó en el inconsciente sin engullir, permanemte inquietud de una jornada intensa.

Despues de visitar al guatón Loyola con la comadre Lola nos dimos una vuelta por los alrededores de Los Andes en plan de encumbrar volantines. Los niños gozan con el juguete de grandes, chicos que quieren aprender y grandes que quieren recordar. Como el deporte no rima con hambre fuimos en busca de una renombrada casona de la región, lugar de encuentro con terminaciones coloniales.

No cuesta mucho llegar a San Esteban, pero algo más complejo es llegar a la Bodeguita de Muñoz. Se rumorea que hay que tomar el camino hacia al cementerio y despues de la curva seguir recto hasta la próxima. Ahí te esperan, con amplio espacio y esa frescura tan característica de las antiguas construcciones. El comedor interior es por lo menos evocador de lo campestre, más aun en el sector exterior, donde las mesas conversan con el piso de tierra, pero sin hojas.

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Casa ordenada y  de ambiente familiar. Su dueño, chichatero de oficio, es el patriarca de tan noble negocio. Una copa de vino de la casa ayuda a comenzar la conversa, conjuntamente con las empanadas de pino que, sin escarbar demasiado, traen un evidente relleno de pino, mechada, arrollado y otras huestes.

Sin siquiera planearlo, un trovador campesino comiensa a amenizar con décimas el apacible almuerzo. No deja escapar ni un detalle haciendo versos con lo que ocurre en el salón. Un homenaje a la Violeta Parra y entre esos acordes llega el principal, como si hubiésemos estado de acuerdo: todos pedimos cazuela nogada, la delirante interpretación de una receta histórica con sabor a campo.

Gallina de la zona hervida con sus vegetales y luego reservada con su papa cocida. Por otra parte, en conjunción de nueces, pan y leche, se amalgama el sabor único de la bandera insigne de este restorán. Porque no es sólo una cazuela, es más que eso, es el sabor irrepetible de años de pasión y sabiduria, traídos desde la colonia a nuestra época.

Para endulzar ofrecen castañas, papayas y otros almibarados como la alcayota. El bajativo corre por cuenta de la casa, manzanilla, menta o vino dulce ofrecieron, nos quedamos con el tercero, un añejado potente en sabor y aroma que seduce por su dulzura, para pedir más de uno sin remordimientos.

No cuesta tanto llegar como irse, dan ganas de quedarse descansando y aprovechar la tarde entre esos muros que relatan épicos almuerzos y tradicionales cenas. Cuesta irse, porque el relajo ahí contenido se puede transformar en un vicio, cuesta volver a la realidad, dejar las Fiestas Patrias coronadas con tradición, pero sabiendo que no tiene por qué ser septiembre para visitarlos.

La Bodeguita siempre estará ahí, con ese horno de barro sacando pan amasado y empanadas.

Coordenadas: La Bodeguita de Muñoz, Elías Foncea 15, San Esteban. Telefono +56 34 2488119.

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