Esta semana comenzó a regir en Chile la nueva Ley de Alimentos, parte de una política integral que incluye acciones de promoción, educación, programas de atención primaria y otras medidas en curso, para proteger la salud de la población, especialmente de los niños y niñas.
La normativa contempla el etiquetado frontal de alimentos que superan los límites establecidos por el Ministerio de Salud para calorías, grasas saturadas, azúcares y sodio, a través de sellos de advertencia “ALTO EN”, con forma de discos pare, fondo negro y letras blancas. Además, en los establecimientos escolares, prohíbe la venta de estos alimentos y en materia de publicidad, restringe aquella dirigida a menores de 14 años.
Esta ley, pionera a nivel mundial, está siendo observada por distintos países y organismos internacionales, que miran con satisfacción los pasos que Chile está dando en materia de políticas públicas para combatir el flagelo de la obesidad y otras enfermedades crónicas, y en la promoción de entornos alimentarios saludables.
Se trata de una de las estrategias de nutrición más importantes de los últimos 60 años, comparable con la entrega del medio litro de leche para todos los niños y niñas de Chile, con la creación del Programa Nacional de Alimentación Complementaria, entre otras medidas que trascienden los gobiernos para instalarse como exitosas políticas de Estado.
Es también un avance en equidad, ya que la obesidad está cruzada por determinantes sociales: los más pobres padecen más obesidad, lo que se traduce en mayor prevalencia de infartos, accidentes vasculares y cáncer.
Esta ley es una oportunidad que nos permite sumarnos al desafío de avanzar hacia un país más saludable. Desde esta semana Chile sabe lo que come y está en nuestras manos preferir alimentos con menos sellos; y si no tienen, mejor.
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