El Vaticano anunció este jueves haber finalizado el análisis financiero de su «banco», el Instituto para las Obras de Religión (IOR), que se saldó con el cierre de casi 5.000 cuentas «sospechosas».
«Hemos adoptado una línea muy estricta respecto a cualquier cuenta que no respete» la legislación vaticana, declaró Tommaso Di Ruzza, director de la Autoridad de Información Financiera (AIF) de la Santa Sede, durante la presentación a la prensa del informe de la organización del año 2015.
«Este procedimiento terminó» y «un total de 4.935 cuentas se cerraron», añadió al explicar que se trataba de un «número definitivo».
Benedicto XVI creó en 2010 la AIF para empujar a las instituciones financieras del Vaticano a adoptar los criterios internacionales en materia de lucha contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo.
En el pasado, algunos de los clientes del IOR fueron figuras de la mafia, en el centro de varios escándalos durante los años 1980. Treinta años más tarde, el Vaticano no conocía todavía la identidad de miles de los titulares de cuentas, muchos de ellos sin vínculo aparente con la Iglesia y sus actividades caritativas.
En 2011, la Santa Sede también solicitó participar en el proceso de evaluación de Moneyval, un órgano del Consejo de Europa para la lucha contra el blanqueo de capitales.
La AIF anunció también haber recibido 544 notificaciones de operaciones financieras sospechosas en 2015, principalmente de posibles evasiones fiscales.
Tras su análisis, las notificaciones se tradujeron en 17 informes enviados en 2015 a la fiscalía del Vaticano por sospechas de evasión o fraude fiscal, pero también de al menos un intento de desestabilización del mercado financiero en el extranjero.
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