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El 19 de diciembre del año pasado, cambió de folio al cumplir 30 años. Ya está peludito, pero igual le seguimos diciendo Niño Maravilla, porque, en el fondo, sigue siendo ese cabro chico de Tocopilla que ve una pelota y es más feliz que perro con dos colas, y, hablando de perros, va con Atom y Humber para todos lados, sin importarle lo que piense o diga el resto.
Muy niño será, pero, como a veces pasa con los pequeños, de repente sale con una frase que descoloca a los adultos, porque deja en evidencia que no son infalibles, por más que aparenten serlo. “Los pesos pesados están grandes, maduros y no están para enviar mensajes. Debemos conversar y listo”, lanzó Alexis previo al partido ante Argentina, donde llevó la jineta en desmedro de Bravo, el capitán histórico.
Poco caso le hicieron, porque a los días salió el arquero mandándole un mensaje al técnico: “A Marcelo Díaz hay que tenerlo acá”, se despachó recién terminado el amistoso contra Honduras, en una declaración que se tenía guardada y que obviamente sabía que iba a traer cola. Hablando de colas, mientras tanto, Vidal subía a Instagram fotos arriba de un caballo disfrutando del cumpleaños de su polola en Colombia, ni ahí, cuando supuestamente no fue citado a esta fecha FIFA para que se concentrara en ganarse la titularidad en el Barcelona.
A estas alturas, compadezco a Rueda, porque ha tenido que hacer equilibrio dentro del camarín quebrado que le heredó Pizzi. Pobre colombiano, que ya no sabe qué responder cuando le preguntan sobre el tema.
Muchas gracias por tantas alegrías, pero ya basta de los recados por la prensa (en on o en off) o por las redes sociales, porque están contaminando un proceso que ya de por sí es difícil: el de encontrarles recambio a ustedes, que es casi imposible que esté a su altura. Ya están peluditos para andar mandándose mensajitos, como les dijo Sánchez.
Aunque ya haya apagado 30 velitas, un niño siempre dice la verdad.