Las revoluciones y tendencias en las propuestas de juego dentro del fútbol son cambiantes, pero siempre vienen de la búsqueda de la misma solución: cómo lo hago para hacer goles y evitar que me los hagan.
En el 2010, todo el mundo del fútbol estaba rendido frente al “tiki-tiki” de la Selección de España, imponiendo como estandarte la posesión de la pelota. El equipo jamás se desesperaba, era como un cerebro vestido de futbolista, pues gran parte de su atención estaba en no perder la pelota, en asociarse, en construir desde el fondo y darse pasecitos laterales buscando que los espacios se abrieran para profundizar y meter el pase genial y filtrado. Esa selección era un equipo pensante y mayoritariamente su modelo de juego estaba focalizado en el pase al zapato en la fase de construcción, al que llevaba la pelota siempre se le ofrecían alternativas de descarga.
En el 2014, la Selección de Alemania corona en el Mundial de Brasil una década de aprendizaje en todo lo que significaba el trabajo en espacios reducidos y la recuperación post pérdida. Entienden y ejecutan una extraña pero válida importación de entrenadores españoles, cuyo objetivo era validar el “tiki-tiki” en sus divisiones inferiores e imponer en el fútbol bávaro el exitoso modelo del “tuya y mía”, modelo que fue estudiado y mejorado de los brasileños, el llamado “toma chocolate” de la Verdeamarela. En definitiva, no sólo aprendieron de la época de oro del Barcelona de Guardiola, sino también se lo llevaron a dirigir al Bayern Munich.
La entrada en escena de Bielsa y Sampaoli en la Selección Chilena no pasa desapercibida, toda vez que nuestra selección adhería a principios similares, en intensidad y posesión. La Roja expresó un fútbol de imposición sobre la pelota, el concepto «te la quito y no te la presto», lejos de la fantasía, fue una realidad. La intensidad del brillo en el éxito cegó a quienes debían estar trabajando en el fútbol joven y el estatus adquirido termina desequilibrado por falta de recursos en recambios de categoría.
Francia campeona del mundo en el 2018 obedece a un trabajo largo, cuya génesis viene de Clairefontaine, centro neurálgico de trabajo de Les Bleus. La selección se nutre del concepto Laissez Faire, algo así como “dejen hacer”, “déjenlos libres”, es la constante búsqueda dentro de la cancha para que el jugador se sienta cómodo, libre, pero con responsabilidades de cumplir en los dos facetas del juego. Didier Deschamps logra acoplar la posesión y la reagrupación defensiva con la explosión en ataque o ataques directos, es decir, la Selección de Francia saca del centro del reino a la posesión lenta y te enseña que también se puede salir campeón teniendo menos tiempo que tu rival la pelota, siempre que sepas contragolpear de manera relampagueante, con el pase al espacio como referencia.
La fotografía del presente nos entrega a una Inglaterra a nivel de clubes y a nivel de selecciones menores liderando el fútbol en Europa, no sólo por los títulos, sino porque vienen bajando la pelota al piso hace años para lograr ser competitivos.
Tener al Liverpool y al Tottenham en la final de la Champions League, y en la final de la Europa League al Chelsea y al Arsenal, grafica un poderío institucional, pero también un poderío futbolístico que ha generado otro pequeño cambio en lo que a propuesta futbolera significa.
Tanto el Liverpool como el Tottenham no sólo se manejan de manera sólida en la posesión, sino que ambos cruzan la mitad de la cancha y te van derechamente a quitar la pelota a tu propio campo. El pressing lo manejan como una herramienta reiterada y sencillamente terminan haciendo jugar de espaldas a sus rivales durante gran parte del partido, transformando en innumerables ocasiones a sus arqueros Lloris y Alisson en verdaderos líberos o últimos hombres.
En nuestro campeonato, claramente los equipos con menos recursos se las han rebuscado para crecer dentro de la cancha. Coquimbo, Palestino, Unión La Calera y O’Higgins (nombrando algunos) han podido responder con propuestas atractivas, alejadas del temor y donde sus entrenadores han podido ofrecer una idea de juego reconocible por el entorno futbolístico.
Los tres más grandes en presupuestos e inversión tienen realidades distintas dentro de la canchita. Colo Colo se encuentra sin poder aún desatar el fútbol asociado a Mario Salas. Muy bajo en lo internacional y con dificultades para imponerse en el torneo local, los albos aún tienen la reserva moral que le entrega un plantel repleto de jugadores con chapa.
La Universidad Católica conforma un plantel competitivo, pero su irregularidad y la propuesta han sido discontinuas en el plano internacional, nunca se ha podido deshacer de las intermitencias entre partido y partido. Habrá que esperar y ver cuál es la real intención y cómo encarará la Copa Sudamericana.
Universidad de Chile es colista y se encuentra como un volcán en constante erupción, la falta de liderazgos claros y objetivos por cumplir tienen a la U en la lona. De manera urgente necesita que sus jugadores desde la cancha reviertan esta situación, pero la cosa se ve difícil si “de momento» tanto Superman como Superboy se encuentran fuera del verde césped.