Después de que Jean Meneses se lanzara ese piscinazo impresentable, mi primera reacción fue pensar en la victimización que se vendría por parte de Colo Colo, sobre todo teniendo en cuenta el pobre partido que había hecho frente a la U. de Conce. Y ante la obvia pregunta en la conferencia de prensa posterior, Guede soltó una frase que me generó un déjà vu inmediato: “Yo no hablo de los árbitros, pero…”, para, acto seguido, repetir su teoría de que todos están en contra del Cacique.
Debe ser una de las frases más clichés del fútbol, pero es por lejos la que deja más en evidencia la contradicción de sus protagonistas. Desde la grotesca simulación del jugador del Campanil, presenciamos un lloriqueo institucional de los albos liderado por su entrenador, quien acusó una persecución de los jueces, y secundado por su presidente, quien pidió las penas del infierno para el delantero penquista.
Y dos semanas más tarde, esa supuesta animadversión de los réferis se transformó en un penal dudoso -por decir lo menos- a favor que le terminó dando al Popular un triunfo clave para seguir vivo en el torneo, justo por lo visto en la cancha, pero no por cómo se dio. Y el discurso ganador, obviamente, fue digno de Semana Santa.
“El arbitraje va de mal en peor”, reclamó Mosa tras lo ocurrido en el Ester Roa, mientras que luego de lo que pasó ante la UC, advirtió en tono piadoso que “los árbitros se pueden equivocar”. Bueno, pero qué coherencia se le puede pedir al puertomontino.
Sí me gustaría escuchar la opinión del DT colocolino durante esta semana que arranca. Mal que mal, si denunció una conspiración, ésta quedó anulada el sábado.
Está bien, las jugadas no son comparables, porque una -viendo una repetición- fue un claro engaño, en tanto que la otra -mirando varias reiteraciones- fue un fallo referil. Sin embargo, esto va más allá de las cámaras del CDF.
Así como Héctor Jona se equivocó en Concepción y provocó la derrota alba, el juez de línea llevó a errar a Julio Bascuñán en el Monumental y causó la caída cruzada. Pero paremos de denunciar manos negras donde no las hay, porque si no, cada uno manda al frente a los jueces cuando le conviene para esconder sus propias carencias.
Y así nos olvidamos de lo mezquinos que fueron los albos en el sur y los cruzados en Macul. Porque yo no hablo de los árbitros, pero…