Nestor Pitana no cree en que pasar inadvertido sea una ley para los árbitros de fútbol y así lo demostró al llegar al Estadio Monumental golpeando la ventana de la van de transporte, tal como si fuera un jugador buscando motivación con gritos de hinchada en la previa de un clásico.
El polémico juez argentino, que suele salir en los programas de farándula argentina mostrando su vida personal, tenía una difícil prueba en el partido de Chile y Paraguay por el contexto de presión en la definición de las Clasificatorias, así como también por la ultima vez que estuvo a cargo de este duelo, cuando en Asunción expulsó a Gary Medel y le generó cuatro fechas de suspensión.
Pero al espigado y fortachón rubio, el ambiente adverso es un plus que lo motiva y ni los gritos del público exigiendo penal cuando cayeron Charles Aranguiz y Jean Beausejour en plena área lo sacaron de su personaje. Así, se tomó su tiempo para analizar y no cobrar nada.
Todos se lo querían comer, pero él ni se inmutó. Su expresión de tranquilidad no se alteró cuando escuchó su intercomunicador y cambió un fallo que finalmente finalizó en un peligroso tiro de esquina o cuando creyó a ojos cerrados en sus guardalíneas en un par de ocasiones en que los delanteros llegaron a liquidar.
Pitana no fue factor en la cancha del Monumental, donde tuvo una buena participación al amonestar a Aránguiz, Beausejour y Jara. Mas bien, la impericia de los jugadores y la imposibilidad de romper el cerco paraguayo fueron trascendentales para la derrota 3 a 0. El árbitro nunca fue el culpable equivocado que buscaron los hinchas.