El Gráfico Chile

Columna de Colo Colo: Contra todo

La columna semanal del Cacique tiene como principal foco la goleada alba en el Superclásico ante Universidad de Chile por 4-1.

Por José Miguel Sanhueza (@albohemio)
Colo-Colo de Todos (@colocolodetodos)

No es la intención de esta columna subirse a la ola del recurso abusivo a lo épico que abunda en la literatura futbolera del último lustro. Tampoco lo será, a diferencia de la usanza de nuestro más reciente rival, el cultivar forzosamente una historia de equipo sufrido (sufrido es Concepción, Lota Schwager, el Vial, entre tantos otros arrasados por las SADP). Pero es imposible referirse a este último “Superclásico” sin tener en consideración las muchas adversidades que teníamos por delante de cara a este partido.

Nos enfrentábamos a nuestra propia irregularidad en lo deportivo. Los escuálidos 5 de 12 puntos que cosechábamos resumían a la perfección la extrema irregularidad que Colo-Colo venía mostrando en este segundo semestre. La amenaza del partido “mata técnico”, que nos podía dejar a 8 puntos del puntero y lejos de todo apenas transcurrido un tercio del campeonato, pendía sobre nuestras cabezas como una guillotina esperando el visto bueno del Emperador de turno para que la dejasen caer.

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Nos enfrentamos también a las barreras que más nos pesan hoy como país: las de la segregación, la exclusión y la discriminación. La comedia de decisiones arbitrarias y erráticas en torno a la realización del tradicional «arengazo»; o un eventual «hotelazo»; recordó con calco aquel día del 2011 donde ser colocolino arriba de Tobalaba era un crimen. Y no sólo a los colocolinos: todos los vecinos de Pudahuel pueden hoy tener certeza de que, frente a los ojos de las autoridades y en particular del “humanista” y “cristiano” Intendente Metropolitano, su seguridad y bienestar vale mucho menos que el de los vecinos de Vitacura. Dato no menor a considerar, especialmente en el contexto de un año electoral.

Frente a todos esos enemigos, probablemente el menos importante fue el rival que tendríamos al frente. Es cierto, son el último campeón (y para qué torturarnos recordando cómo llegaron a serlo), tienen excelentes jugadores y cuerpo técnico, venían mejor que nosotros en el campeonato e incluso con aquella dosis de suerte en partidos clave que tanto nos ha escaseado en el último tiempo. Pero algo pasa en esta cancha. No puede ser casual enfrentarse sistemáticamente a equipos azules inexpresivos, sin alma y “extrañamente nerviosos” como los bautizara alguna vez su ex DT Sergio Markarián.

La verdad es que aquello no sorprende en lo absoluto. Aunque pueda sonar a diario del lunes, al menos quien escribe estas líneas siempre tuvo la convicción de que el resultado del partido dependería estricta y exclusivamente de cómo lo enfrentase el Cacique. Colo-Colo versus Colo-Colo, era la consigna.

Afortunadamente, ese duelo lo ganó Colo-Colo. Y de gran forma. Con una encomiable actitud e intensidad, una presión alta ejecutada a la perfección, ordenado en las
transiciones, disciplinado tácticamente. Con todos los jugadores cumpliendo a cabalidad su función establecida en la cancha. La solvencia de Orión y de toda la defensa, el surco que abrieron por los costados Campos y (especialmente) Suazo. Baeza invitando a preguntar si acaso Lorenzetti se había presentado a jugar. Nico Orellana aprovechando su oportunidad con oficio, movimientos inteligentes y el apoyo necesario. La claridad de Valdivia para asistir en el primer gol y para sacar de quicio y a los volantes azules durante todo el segundo tiempo. El descomunal partido de Jaime Valdés que clavó un golazo, volvió loco a todo el andamiaje defensivo azul, y habría sido la figura de no ser por el hombre que falta mencionar en este párrafo…

Y es que lo de Esteban Efraín Paredes Quintanilla es conmovedor. Va mucho más allá de ganar un partido, de gritar goles, incluso de presenciar al primer colocolino en convertir tres goles a la “U” desde que lo hicieran Jorge Robledo y Juan Aranda en 1953. Es la sensación de estar presenciando cómo se escribe la historia, y poder disfrutar como la Leyenda crece día a día. Es esa imagen mental de ser el día de mañana los padres y abuelos que le hablen a sus hijos y nietos de Esteban Paredes tal como nuestros padres nos hablaban de “Chamaco”, Beyruth, el “Chino” Caszely o nuestros abuelos nos contaban historias del mencionado Jorge Robledo, “Cua Cua” Hormazábal o Luis Hernán Álvarez. Y pensar que Leonidas Vial y sus secuaces Alfonso Gómez, José Miguel Jiménez y Jaime Pizarro (qué pena tener que enumerarlo en este listado) no le querían renovar el contrato…

El gran desafío ahora es que este no sea un episodio más dentro de la galopante irregularidad que ha mostrado Colo-Colo en este semestre. Que sirva para reforzar la
convicción, de capitán a paje, de las grandes cosas que se pueden lograr cuando se cumple el Tercer Mandamiento de Arellano: «Considerar al contendor siempre como el
más temible de los adversarios que se haya presentado y desarrollar el máximo de juego ante él«;. Que la actitud, el foco correcto, la fortaleza y la seriedad mostradas hoy sean la regla y no la excepción. Y que a la larga recordemos este partido no solamente por su resultado, sino por ser la bisagra que enderece nuestro rumbo y nos lleve una vez más a encender la antorcha inmensa de nuestro destino con fuego de campeón.

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