Por Pablo Sánchez, economista
Medio partidario Frecuencia Cruzada
Twitter: @FrecCruzada
Facebook.com/FrecuenciaCruzada
Soundcloud.com/FrecuenciaCruzada
Issuu.com/FrecuenciaCruzada
El nombre de esta columna tiene razón de ser. Hace muchos años, el himno de la UC no era el que actualmente escuchamos partido a partido por los altoparlantes de San Carlos de Apoquindo. La tradicional frase «Universidad Católica, juntos vibremos con ardor» recitaba originalmente: «Universidad Católica, juntos LUCHEMOS con ardor». La versión, interpretada por Carlos Haiquel en conjunto con la orquesta de Tito Ledermann y grabada con licencia del Club Deportivo Universidad Católica, se utilizó hasta principios de los años ’70 cuando por razones desconocidas fue reemplazada por la actual.
El pasado sábado, en la victoria 2-1 sobre Antofagasta, se vivió una jornada especial en San Carlos. Antes, durante y finalizado el partido de Católica contra los nortinos, la hinchada manifestó su descontento con la dirigencia de la empresa que controla al club (Cruzados SADP) por medio de panfletos y cánticos que no cesaron incluso cuando el triunfo de la UC ya estaba firmado. Una sorpresa para muchos – entre los que me incluyo – porque en años anteriores era tradicional observar esta clase de protestas cuando el momento deportivo era deficiente, pero inmediatamente se acallaban ante los triunfos.
Por lo mismo, lo anterior sólo puede tomarse como una grata sorpresa. Ha quedado en evidencia que existe gente dispuesta a cuestionar un modelo implantado por la fuerza del poder económico, más allá de las críticas superficiales a su gestión: los hinchas están prestos a cuestionar la estructura desde sus bases. Es en este contexto donde debemos asumir dos hechos concretos: (i) por un lado, la responsabilidad que nos cabe a los hinchas (de Católica y de otros clubes) de poder levantar un proyecto de club alternativo al actual; y (ii) asumir que en dicho camino contaremos con la oposición de quienes conforman la estructura que hoy rige al fútbol, y a quienes la defienden desde fuera.
En cuanto a lo primero, la buena noticia es que ya empiezan a levantarse los primeros cimientos concretos. El éxito de las acciones lideradas por #NoMásMafiaEnLaUC el día sábado debe ser aplaudido e imitado a futuro. Junto con eso, existen otras organizaciones que – en paralelo – han comenzado un proceso de concientización y difusión del mensaje de que es posible construir un club distinto.
Un ejemplo es Alta La Frente, colectivo inclusivo y transversal de hinchas de la UC que propone recuperar la identidad del club y promover la participación democrática de los mismos bajo cinco principios fundamentales: el hincha como sujeto de acción empoderado en la construcción del club; el hincha como actor social que establece una relación activa con su entorno; la resignificación de la identidad; la búsqueda de espacios de participación democrática dentro del club; y la construcción de un nuevo tejido social, más allá de los 90 minutos de fútbol.
Pese a lo anterior, aún se escuchan voces más proclives a una «reformación» del modelo de gestión de las sociedades anónimas deportivas, por sobre un cuestionamiento de fondo. Son esas las voces que entienden a Católica meramente como un equipo de fútbol que sólo debe enfocarse en traer refuerzos y ganar títulos; a mi juicio, un craso error.
Como hinchas debemos comprender que el rol social de integración y transversalidad va más allá del partido del fin de semana, y que el orgullo y la identidad exceden ganar una copa más o una menos. Lamentablemente algunos sólo apuestan por la «clientelización» del hincha, reduciendo su participación a la compra de un puñado de acciones y beneficios en un restaurant de sushi o en un rafting del Cajón del Maipo.
Son esos los que «vibran» con la UC solo por 90 minutos cada semana y desacreditan la posibilidad de extender este vínculo de forma diaria y perpetua por medio de, por ejemplo, una sede social. Existen otros hinchas, aquellos que «luchan» por un club democrático donde su participación sea concreta por medio de la toma de decisiones que – finalmente – son de interés de todos los cruzados, no solo de quienes pueden acceder a un sillón en el directorio por su riqueza económica.
Volviendo al himno, el sábado se hizo público que los que «luchan» somos muchos, pero que no se malentienda: la idea no debe ser dividir a los hinchas. Es también labor de aquellos que «luchan» convencer a los que «vibran», extender el mensaje y concientizar a los demás que la única forma de lograr una Católica mejor es volver a los orígenes populares.
A fin de cuentas, ésa era la razón del «juntos LUCHEMOS con ardor»: tomar un club formado por la clase alta y acercarlo a las clases populares. Desconocer la responsabilidad de luchar y defender ese ideal es desconocer la historia de Católica.
GRAF/PS