El Gráfico Chile
Siempre la responsabilidad es de Universidad de Chile. Siempre. Por eso, el primer tanto de O’Higgins, muy temprano, generaba cierta incertidumbre de cómo reaccionaría el equipo que ha diseñado Sebastián Beccacece para enfrentar su primer proyecto como entrenador. Los azules supieron levantarse y con mucho margen en el resultado terminaron goleando por 8-1 a un pobre equipo rancagüino. Fue una gran, pero gran exhibición.
A los siete minutos, Gastón Lezcano enganchó para la pierna derecha y su remate se incrustó muy lejos del vuelo de Johnny Herrera. Fue la sorpresa de la cancha, pues los universitarios recién se estaba acomodando. Parecía que el choque de estilos se inclinaba hacia el cuadro de Cristián Arán: la tesis inicial indicaba que ambos estrategas se conocían bastante, pues trabajaron como colaboradores de Jorge Sampaoli.
No obstante, Beccacece tiene un cuadro con mayor categoría. De hecho, su responsabilidad es ganar el título con ese plantel. El tanto de Lezcano despertó a los estudiantiles y muy pronto llegó el empate. A los 21, Mathías Corujo definió en el área chica y comenzó la fiesta. En la cancha y en las galerías, con 22 mil espectadores. Los azules se impregnaron de confianza y siguieron presionando, como le gustaba a Sampaoli.
A los 39′, Ubilla alargó las cifras. Y con polémica, no hay que omitirlo. Cuando nace el pase de Matías Rodríguez, el delantero estaba en posición ilícita. Sin embargo, el juez Eduardo Gamboa ni su asistente la advirtieron, aceptando la conversión del estudiantil. Ese fue un golpe duro para los celestes y así se reflejó en sus nulas respuestas.
El tercer tanto los inscribió Gustavo Lorenzetti y el cuarto también. El zurdo tuvo amplia libertad para entrar al área y no se equivocó nunca en definir. ¿Y el quinto? Patricio Rubio. No se había anotado en el marcador, pero sí había tenido un buen compromiso. El tanto fue un premio al esfuerzo y sólo tuvo que estirarse para derrotar a Carranza.
Lo que sorprendía, faltando 10 minutos para el final, era que O’Higgins dejaba muchos espacios en el fondo. Era increíble, pensando en su feble resistencia. Sobre el final, llegó el mejor gol de la tarde, gracias al talento de Gustavo Canales. El delantero recibió sin marca y con un toque sutil y fino eludió al portero. Antes que la pelota cayera, metió un suave frentazo y mostró toda su categoría en esa jugada.
Y cuando parecía que todo finalizaba con ese resultado, el joven Yerko Leiva estiró nuevamente las cifras. Otra vez sin marca, el delantero definió con tranquilidad. Y sobre los descuentos, apareció el octavo. Sí, siempre había una respuesta más. Lorenzetti tomó el balón y definió con una técnica exquisita. Los hinchas no pueden estar más entuasismados.
Así, los azules se sobrepusieron a un gol que los remeció muy temprano, pero que terminó siendo el mejor aliciente para conseguir una victoria marcando ocho goles, algo que no conseguían desde la victoria por 8 a 3 ante Deportes Temuco en el Clausura de 1997. El equipo funcionó como Beccacece pretende y los azules mostraron toda su capacidad para meter miedo en la carrera por el título.
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