En 2015 un enorme buque llamado Bulk Jupiter, que trasportaba una carga de 56.000 toneladas, naufragó a unos 300 kilómetros de la costa de Vietnam. Solo 1 de sus 19 tripulantes sobrevivió.
La tragedia llevó a que la Organización Marítima Internacional (OMI) advirtiera sobre los peligros del material que transportaba el Bulk Jupiter: bauxita, un mineral de aluminio.
No es que la bauxita fuera explosiva o tóxica. Su peligrosidad reside en una característica química inusual: este mineral sólido puede repentinamente transformarse en líquido.
El proceso se llama licuefacción o licuación y no afecta solo a la bauxita sino a muchos otros minerales como el níquel o la toba calcárea, entre otros.
¿Qué tiene de peligroso que un sólido se transforme en líquido?
Pues, si ese proceso ocurre a bordo de un barco en alta mar, y con una carga de miles de toneladas, tiene el potencial de hundir a un buque en muy poco tiempo.
En especial porque el fenómeno es reversible: la masa líquida, en ciertas condiciones, puede volver a hacerse sólida. Y si esto ocurre cuando la carga está toda de un lado del barco o acumulada en una esquina de la bodega, puede tener consecuenciales desastrosas.