Antes de que el volcán indonesio Krakatoa entrara en erupción en 1883, nadie sabía que a miles de metros por encima de nuestras cabezas, existían corrientes de aire que años después harían posible que aprendiéramos a volar mejor.
¿Qué tuvo de especial esta erupción para llevar a un descubrimiento científico?
Para empezar, hubo dos factores que la hicieron especial, según explicó Jenni Barclay, profesora de Vulcanología de la Universidad de East Anglia, en Reino Unido, al programa de radio la BBC The Genius of Accidents.
"La erupción del Krakatoa soltó que una enorme cantidad de magma a la superficie en un periodo de tiempo muy corto de tiempo", dijo la experta.
"Y la otra cosa que la hizo particularmente explosiva fue que el agua se metió en su sistema y una vez que esto pasa, se convierte en vapor y la inmensa cantidad de energía extra que esto crea provoca que todo el sistema estalle".
El resultado fue que el volcán concentró tanta energía que expulsó su carga por todo lo alto.
"Parte del material, sobre todo las partículas más finas, subieron muy alto, a unos 80 kilómetros", afirmó.