El ministro de Justicia Jaime Gajardo, reconoció que se está evaluando el uso de uniformes para las Cárceles de Máxima Seguridad, no para todo el personal privado de libertad.
“Esto en máxima seguridad en particular, lo que necesitamos es tratar de disminuir al máximo el tipo de cosas y la cantidad de cosas que se ingresan”, dijo el secretario de Estado.
Gajardo explicó en conversación con Radio ADN, que “entonces cuando las personas utilizan su propia ropa se les permite ingresar ropa y se les permite sacar la ropa para lavarla. Entonces para evitar esos tipos de circuitos es importante que el establecimiento penitenciario les entregue un uniforme que además un uniforme que cuente con ciertas características”.
“Por ejemplo que no sea inflamable para que eventualmente no se utilice como método para realizar combustión dentro de los establecimientos”, puntualizó.
Ya en el mes de febrero, Gajardo precisó que la experiencia en otros países respalda esta iniciativa, “funciona en Colombia, funciona en Brasil. Para máxima seguridad el costo es menor”.
El costo que tendría la medida sería de alrededor de $10 mil millones.
El uso de uniformes en el mundo
El uso de uniformes carcelarios es una práctica extendida en distintos países del mundo, aunque con enfoques diversos según las políticas penitenciarias de cada nación.
En algunos casos, la vestimenta es utilizada como un medio de identificación y control, mientras que en otros, se ha flexibilizado para favorecer la reinserción social de los reclusos.
En Estados Unidos, muchos estados imponen uniformes de color según la clasificación de los reos: los de naranja suelen ser para nuevos ingresos o presos de alta vigilancia, mientras que otros colores identifican distintos niveles de peligrosidad o funciones dentro de la prisión.
En Europa, la tendencia ha sido menos restrictiva. En países como España y Alemania, los internos pueden vestir ropa propia, salvo en casos de máxima seguridad. La idea detrás de esta política es evitar la estigmatización y fomentar una sensación de normalidad dentro del proceso de rehabilitación.
Por otro lado, en América Latina, el uso de uniformes varía considerablemente. En Brasil y México, muchas cárceles exigen prendas uniformadas, pero algunas han flexibilizado la norma, especialmente en centros de reinserción.