Admirados y calificados como héroes por muchos, los bomberos no dejan de llamar la atención. Y más aún cuando se desplazan en sus llamativos carros, vehículos de gran tamaño que se hacen notar antes de verlos por el ruido de sus sirenas y también por su color rojo.
Tonalidad que a priori puede ser relacionada, obviamente, con el fuego cuando arde. El rojo siempre es llamativo, pero la elección de ese color para los cochebombas tiene algo más de historia.
Cuando esa máquinas no existían, quienes combatían los incendios en Estados Unidos iban en carretas tiradas por caballos. Y esos carruajes habían sido ocupados antes en labores del campo, y para tapar la suciedad que tenían los pintaban de rojo porque la pintura de ese color era barata.
Y la empresa inglesa “Merryweather & Sons”, fundada en Londres en 1691 y una de las primeras que se especializó en fabricar equipos contra incendios, vendió en 1899 el primer camión de bomberos de vapor autopropulsado... y lo pintó de rojo para mantener la tradición.
Esa tradición se afianzó pronto para diferenciar a esos vehículos de emergencia de los emergentes autos, entre los que destacó el popular Ford T, que entre 1914 y 1925 solo existía en color negro.
Varios estudios reconocieron que pese a que aunque el amarillo es más fácil de distinguir que el rojo en medio de una multitud, la costumbre del rojo asociado a situaciones de emergencia se afianzó en la mente de las personas.
O sea, en la sique social quedó instalado el rojo como un color vinculado a las situaciones de riesgo, como claramente son los incendios, lo que a la larga hizo que los carros de bomberos mantengan ese tono, elegido por ahorrar dinero con la pintura hace cientos de años.