No por intuidas o por ser efectos palpables en la realidad, dejan de llamar la atención las conclusiones de un estudio de la Universidad Mayor, que mostró que las diferencias socioeconómicas determinan la edad en que las chilenas son madres.
Este trabajo del Centro de Investigación en Sociedad y Salud (CISS) de esa entidad estuvo a cargo de los académicos Pablo Varas y Nicolás Montalva, y en mayo pasado fue publicado en la revista “Human Nature”, publicación científica sobre el comportamiento humano con una perspectiva “biosocial interdisciplinaria”. También colaboró Luseadra McKerrache, doctora en Estudios Evolutivos Humanos e investigadora de la Universidad de Aarhus, Dinamarca.
La importancia de este trabajo es que es uno de los primeros en Chile sobre el declive de la fecundidad desde una mirada evolucionaria.
La investigación duró varios años, analizó 6.802 casos de mujeres nacidas entre entre 1961 y 1970 y reveló que en nuestro país se tiende a tener periodos reproductivos más cortos y densos a medida que aumenta su nivel socioeconómico.
Y también que quienes poseen más ingresos tienden a postergar su primer hijo hasta el inicio de los 30 años, y luego concentran los nacimientos en promedio en un periodo de 2,8 años, lo que está por debajo del intervalo mínimo entre nacimientos recomendado por la Organización Mundial de la Salud, OMS.
Ellas, además, dejan de tener descendencia en promedio a los 33 años, cerca de una década antes de la menopausia.
Por su parte, las chilenas de menor posición económica tienden a tener su primer hijo en promedio a los 21 años, pero dan a luz durante toda su vida reproductiva.
NOTORIAS DIFERENCIAS
“Las diferencias que observamos en este estudio se relacionan con las condiciones socioeconómicas de las mujeres en Chile. Por lo mismo, las diferentes estrategias responden a condiciones de vida muy distintas, que en última instancia también inciden en la salud de estas mujeres y de sus hijos”, indicó el investigador Pablo Varas, antrópologo biológico y quien destacó que “conocer estas diferencias podría ayudar al diseño de políticas públicas más focalizadas”.
“Tener bebés es un tema que permea distintos niveles en nuestra sociedad, y comprender lo que concluimos puede aportar a la discusión sobre cuándo y cuántos hijos tener”, añadió Pablo Varas.
Y Nicolás Montalva, antropólogo físico, explicó que “el periodo elegido para la muestra se caracteriza por el uso masivo de los métodos anticonceptivos y por la incorporación con más fuerza de las mujeres al mundo del trabajo. Tal como mucho antes en varias partes del mundo, en Chile se ha agudizado la baja de la natalidad, incluso en los estratos más bajos si son comparadas sus cifras a lo largo de las décadas. Los pobres de hoy tienen menos hijos que los pobres de antes”.
Este investigador del CISS ahondó sobre el estudio y dijo que “al parecer, la relación entre tamaño de la población y la economía es más compleja de lo que se piensa. No es algo unidireccional. Pero es indudable que la disminución de la natalidad tiene efectos económicos, como la baja de las pensiones y contar con menos gente en edad activa para trabajar”.
“El mundo actual hace que la mujer profesional opte por postergar la maternidad para no perjudicar los inicios de su carrera. Pero no se trata de decir que una decisión reproductiva es mejor o peor. Cada cual decide por distintos motivos. Lo vital es estudiar los efectos para adoptar políticas públicas acordes a esa realidad”.
PROYECCIONES DEL INE PARA 2050
El Instituto Nacional de Estadísticas, INE, da cuenta en su página web que desde inicios de la primera década de este siglo, “Chile se encuentra en una etapa avanzada de envejecimiento, con una baja fecundidad”, cuya denominada “Tasa Global” es menor a 2,1, la cifra que en demografía es considerada como óptima para hijos por cada mujer para que una población cerrada se mantenga en el tiempo sin disminuir su volumen.
Pero como estamos bajo ese número, nos situamos bajo la tasa de reemplazo, es decir, no somos capaces de reemplazar a todos los habitantes del país mediante el balance entre nacimientos y fallecimientos. Así, el país muestra, según el INE, “un bajo nivel de mortalidad y un aumento sostenido de la esperanza de vida al nacer”.
“Las proyecciones de población en base al Censo de 2017 indican que estos fenómenos se acentuarán con el tiempo, lo que llevaría a que en 2050 se proyecten 176 mayores de 64 años por cada cien menores de 15 años”.
Datos provisionales del INE señalan que en 2020 hubo 194.952 nacimientos, 15.236 menos que en 2019. Y que hubo 125.833 defunciones (excluyendo las fetales), 16.175 más que en 2019.
CIFRAS MUNDIALES
Según la OMS, entre 2020 y 2030 el número de mayores de 60 años en el planeta aumentará en un 34%. Hoy, el número de personas de 60 años o más supera el de niños menores de cinco años. Y para 2050 se estima que superará a la cantidad de adolescentes y jóvenes.
Y también se calcula que en 2050, el 65% de los mayores vivirá en países de ingresos bajos y medios, lo que obligará a fortalecer los sistemas sanitarios y sociales para responder a las necesidades de esa población. Consecuencias de la baja natalidad.