El exarquero José Luis Chilavert (55) atajó durante treinta años en clubes tan importantes como Guaraní, San Lorenzo, Zaragoza, Vélez, Estrasburgo y Peñarol hasta convertirse en ídolo paraguayo, pero nunca consiguió contener la intensidad de su carácter que le hizo protagonizar célebres y agrias polémicas. Consciente de que ese personaje que creó genera adhesión y antipatía sin matices, el “Chila” ingresó hace rato a la carrera política y ahora se pone los guantes para postular a las elecciones presidenciales de abril de 2023. Confiesa que se viene preparando “hace más de diez años” para llegar al Palacio de López en Asunción, no duda en alinear su proyecto con los esquemas neoliberales, ni tampoco ha disfrazado su identificación con el controvertido Jair Bolsonaro.
“La gente está cansada de los políticos tradicionales. Necesitamos un país con credibilidad para que nos respeten y vengan los capitalistas a invertir”, proclama Chilavert en un discurso que muchos caratulan de populista. También se declara independiente, con afinidad al Partido Colorado, que gobierna en Paraguay desde hace 75 años, con excepción del período 2008-2012, ejercido por el cura izquierdista Fernando Lugo.
Orgulloso de ser paraguayo
En las mismas entrevistas que lo perfilan como candidato, eligió al español José María Aznar como su modelo de gobernante, aunque no disimula la admiración por el mandatario brasileño. En 2018, lo respaldó en las redes sociales con un llamado imperativo: “Despierta Brasil, Jair Bolsonaro es la solución, para poner fin al populismo barato y ruin de la región”. Y en Argentina se reconoce su cercanía con la derechista Patricia Bullrich. “La libertad no se discute y la Argentina jamas será Cuba o Venezuela, el pueblo argentino es inteligente y trabajador”, expresó en la prensa trasandina.
Ya escogió su lema, “Orgulloso de ser paraguayo”, lo que pregonó siempre desde que fuera el mayor baluarte de la selección guaraní en dos copas del mundo. Aquel estilo confrontacional que le caracterizó le otorga un sello que intenta atenuar: “Mucha gente tiene la imagen de lo que uno hizo dentro del terreno de juego, pero en la cancha no puede ser amigo de nadie, porque uno siempre quiere que la selección de su país gane. Vivimos en una sociedad tan egoísta y se juzga a las personas sin conocerlas”, sostiene sobre esa personalidad de rasgo autoritario que, sin embargo, ya no extraña a los paraguayos…