Quien no tuvo, después de los paseos de curso a algún acuario, un pecesito de esos que se compraban en una bolsa plástica, pero que no resistían más de un par de días. Bueno, yo tuve uno, pero si hubiese sabido lo que está discutiendo un grupo de científicos en España, no lo habría llevado nunca a mi casa.
Y es que de acuerdo con los trabajos presentados en la jornada sobre bienestar animal en peces organizada por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), estos animales aunque no sonríen, ni se comunican, sufren.
Así lo manifestó el doctor en Biología Lluís Tort, de la UAB, quien detalló que los peces tienen receptores de dolor conectados al cerebro, muy similares a los de los humanos, a tal nivel, que incluso los fármacos analgésicos contra los estímulos dolorosos funcionan en su organismo.
Es decir, que aunque no sea simple identificar el bienestar en un pez, existe suficiente evidencia para comprender que sienten dolor y estrés.
Sacrificio sin crueldad
Está «suficientemente demostrado» que los peces pueden sentir dolor, sentenció la doctora en Oceanografía y bióloga Elena Lara, miembro de la asociación Compassion in World Farming (CIWF), quien está participando en el encuentro.
Por lo mismo la profesional lleva años abogando por un manejo mas «humano y menos cruel», aturdiendo a los peces de manera efectiva antes de proceder a su sacrificio.
La profesional ha señalado -según reproduce el diario español ABC, que al no existir una regulación, aActualmente los peces pueden ser sacrificados con CO2, con baños de sal o de amoniaco, ser desangrados sin aturdirlos previamente o asfixiados en hielo. Este último tratamiento produce, según Lara, una agonía de al menos 40 minutos en la que los peces se asfixian lentamente.
Por este motivo, los participantes en la actividad esperan que una vez que el mundo esté consciente de que los peces también sufren, se traten de manera más humanitaria.